Devocionales

Manos sanadoras

“Porque Él hiere, pero venda la herida; golpea, pero trae alivio”.  Job 5:18 (NVI) 


Mi padre cogió el largo y delgado bisturí del mostrador, sacó lentamente la navaja afilada y la dirigió hacia mi mano. Tiré con fuerza, mis venas palpitaban, pero no me soltó.
 

 

Miró fijamente a mis ojos y dijo: -“Tienes que permanecer inmóvil. Todo pasará en un minuto”. 


Clavé mis uñas en su piel, tratando desesperadamente de hacer palanca con el puño abierto de mi mano libre. Sin embargo, sus dedos eran como de hierro. A medida que su hoja afilada y fría atravesó mi piel, grité y me tiré en el suelo. La sangre brotaba en mi muñeca. Soltó mi mano.
 


– “Hubiera sido mucho menos doloroso, si te hubieras mantenido tranquilo y hubieses confiado en mi”, me respondió.
 


Él estaba en lo correcto. Mi papá era un cirujano, había salvado muchas vidas y curado muchas heridas… mucho peores que la mía. De hecho, papá tenía razón en muchas cosas que siempre me decía.
 


Todo mi dolor y el sufrimiento por la herida que él estaba curando pudieron haberse evitado si yo hubiera simplemente confiado y obedecido.
 


En la vida, todos actuamos así en muchos momentos; de hecho, cuando no confiamos y obedecemos las advertencias de nuestro Padre Celestial, nos arriesgamos a sufrir más de lo necesario.
 


Él nunca nos dañará, y cuando deba cortar algo aún en nuestro corazón y nuestra vida, sabrá sanar las heridas.
 


Oración
 

Señor, enséñame a confiar en ti. Ayúdame para que la duda y la desesperación no se alojen en mi vida y me lleven a decisiones equivocadas. En el nombre de Jesús, amén. 


Escrito por Kathy Thomas, para CBN.
 


 

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