Devocionales

Yo te anhelo

Como el ciervo anhela corrientes de agua, así yo te anhelo a ti, oh Dios. Salmo 42:1 NTV

 

Enamorarse es un momento tan dulce. Te dan mariposas y te sientes nervioso cuando hablas con tu pareja. Anhelas pasar tiempo juntos, escuchar su voz y estar en su presencia.

 

Desarrollar la relación es divertido. Aprenden cosas nuevas el uno del otro todo el tiempo. Y a veces te enfrentas a desafíos cuando las personalidades chocan, por lo que debes comprometerte a resolver los problemas en lugar de rendirte.

 

Sin embargo, estar enamorado de Jesús es tan poderoso como estar enamorado de otra persona, ¡incluso más! El amor es más profundo. Lo profundo habla a lo profundo. Él nos conoce y nosotros llegamos a conocerlo cada vez más.

 

Comparto todo esto porque el Salmo 42:1 evoca sentimientos tan apasionados de amor por Dios.

 

Un ciervo, cuando anhela agua, está sediento y desesperado por beber, busca “agua sin descanso”. Deambulan kilómetros y kilómetros, adquiriendo un sentido de dirección a medida que avanzan y haciendo todo lo posible para mantener el rumbo. Cuando finalmente encuentran las corrientes de agua que fluyen, ¡se regocijan! Finalmente encontraron lo que anhelaban.

 

La espera y la desesperación han hecho que el cumplimiento del anhelo sea aún más especial. Esto, amigos míos, puede ilustrar maravillosamente lo que sentimos por nuestro Salvador.

 

A veces podemos perder ese sentimiento del primer amor y seguir adelante, sin regocijarnos en el gozo de nuestra salvación. El amor puede enfriarse y volverse superficial. Debemos hacer todo lo posible para evitar este lugar.

 

Una manera de mantener encendido el fuego del amor entre Jesús y nosotros es morar en Su Palabra diariamente. Otra es hablar con Él. Dedica tiempo a comunicar tu corazón, deseos, sueños y luchas a Dios.

 

Como cualquier buena relación, tu amistad con Cristo florecerá cuanto más tiempo inviertas en ella. Acércate a Él y él se acercará a ti (mira Santiago 4:8).

 

Y cuando te encuentres en ese punto dulce de anhelar a Cristo, de anhelar más de Él, disfrútalo. Jesús satisface de una manera que nada ni nadie más puede hacerlo.

 

Se bendecido mientras te empapas en Su presencia, una y otra vez, creciendo y viviendo en amor.

Escrito por Charmain Hibberd

 


 

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