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Devocionales

Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;  para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor. 1 Corintios 1:30-31

Desde las civilizaciones más antiguas, se ha perseguido la sabiduría. Desde el sabio de la aldea en las tribus de la jungla, hasta los filósofos de los imperios griegos y romanos, hasta los “gurús” actuales y los asesores de autoayuda, los humanos han reconocido el valor de la sabiduría. Han invertido su oro y su tiempo para buscarlo. Esto podría hacer que sea la cosa más valiosa del planeta. Es una palabra difícil de definir, pero la conocemos cuando la vemos.

Sabemos de forma intuitiva cuando alguien tiene el sentido, el conocimiento y el buen juicio del que podemos beneficiarnos. La sabiduría es la capacidad de sopesar decisiones y circunstancias y navegar bien los desafíos de la vida. Es una brújula preciosa mientras navegamos a través de la existencia.

Entonces, pasemos al versículo de 1 Corintios 1. Pablo ha estado hablando acerca de cómo la más alta sabiduría del hombre apenas roza la superficie de la sabiduría de Dios; de hecho, se describe mejor como una tontería, es tan lamentable. Entonces, después de darnos esas buenas nuevas, él nos entrega esta maravillosa conclusión: “Cristo Jesús se ha convertido para nosotros en sabiduría de Dios”.

Dios no solo nos dio algo de sabiduría, un poco de polvo para tomar decisiones, sino que nos dio a Jesús. La razón es que Jesús es tan sabio que se parece más a la definición de sabiduría. Él personifica la sabiduría, es el ejemplo perfecto de la sabiduría. De hecho, en Mateo 12:42, Jesús dice acerca de sí mismo que “alguien más grande que Salomón está aquí”. No solo tenemos un sabio consejo: tenemos la misma definición de sabiduría, envuelta en una Persona.

Llevemos este asombroso pensamiento aún más lejos. Estás en Cristo Jesús. Cristo Jesús es la definición de sabiduría (y, mientras estamos en eso, la persona de justicia más pura, la persona de santificación completa, la persona de redención total). Porque estamos “en Cristo”, tú y yo estamos rodeados de sabiduría, no de la lastimosa sabiduría del hombre y sus filosofías, sino de la sabiduría celestial de quien conoce todas las cosas. Estamos envueltos en Él, y Él es completamente sabio.

Ahora, hablamos sobre cuán valiosa es la sabiduría al principio de este artículo. Por lo general, la sabiduría cuesta algo: el tiempo empleado en aprender, las finanzas intercambiadas por conocimientos o consejos. Piense en un empresario que contrata a un consultor para que le brinde conocimiento y sabiduría; a menudo entrega grandes cantidades de dinero porque sabe que el asesoramiento vale más a largo plazo. Podemos deslizarnos en esta transacción pensando con Dios: Él dará sabiduría a sus favoritos, a los que se comportan bien o a los que lo hacen bien. Se lo dará a los pastores y líderes, a los autores y maestros. Tenemos que intercambiar obras por sabiduría.

Sin embargo, esto simplemente no es verdad, y la Biblia habla directamente en contra de eso. La sabiduría no puede ser intercambiada por la santidad. Santiago 1:5 lo hace increíblemente claro: “Si alguno de ustedes carece de sabiduría, debe preguntarle a Dios, quien da generosamente a todos sin encontrar faltas, y le será entregada”. La sabiduría se da como gracia. Es un regalo de Dios y uno que Él quiere darnos generosamente. Él da “sin encontrar fallas”. Esto tiene mucho sentido, ¡es para los que están en Cristo! Así como no pudimos ganar nuestra justicia o nuestra redención, tampoco pudimos alcanzar la sabiduría. Se ofrece gratuitamente, un glorioso efecto secundario del Nuevo Ser.

Sin embargo, esta no es solo una feliz verdad teológica, sino que choca directamente contra las tuercas de nuestra vida cotidiana. El don gratuito de la sabiduría podría revolucionar la forma en que tú y yo lo hacemos, bueno, todo. Imagina ser padre con la sabiduría de Dios, en lugar de tus mejores ideas o las que encuentras en libros (nada en contra de los libros), pero no es sabiduría comparable.

Imagine trabajar en su trabajo, tomar decisiones con el Espíritu Santo que lo empuja a través de los cientos de decisiones que tiene que hacer. Imagina administrar tu dinero, comprar una casa, invertir tu tiempo, perseguir tus sueños, todo con la ayuda de Jesús, la definición de la sabiduría en sí misma. Imagina cuán diferentes podrían ser nuestras vidas, si le pidiéramos a Dios por su sabiduría, confiando en que está completamente disponible para nosotros a través de Jesús.

Escrito por Fin Sheridan para CBN

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Devocionales

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Hebreos 11:6 (RV60)

Estamos viviendo en tiempos de grandes inventos en la medicina, y especialidades médicas, que sin duda alguna ayudan a la gente en su lucha contra enfermedades, pero que también tienen sus límites. Ante tanto sufrimiento, es tiempo de volver a confiar y a creer en un Dios que siempre ha tenido misericordia y compasión por la humanidad.

Jesús vino no solo a salvarnos sino a sanar toda enfermedad y dolencia en el pueblo. Por lo tanto, es necesario que nuestra fe en Jesús sea capaz de recibir eso que tanto necesitamos, en cualquier área de nuestra vida, con solo pedir con fe como dijo Él, “y recibiremos”.

Mucha gente se acercó a Jesús, clamó con fe y recibió su milagro. Hubo lugares donde sanó a todos, cumpliéndose las escrituras: “El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias” San Mateo: 8:17

En cambio, en Nazaret no hizo muchos milagros a causa de la incredulidad de ellos. S. Mateo 13:58.

Nuestro reto de hoy, es creer para recibir. Jesús contó una parábola sobre la necesidad de orar siempre y no desmayar. “Una viuda le pide a un juez injusto insistentemente que le haga justicia y aunque no quiso por algún tiempo, y para no perder la paciencia, le hizo justicia”. Lucas 18

Y luego les hace una pregunta: ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos que claman a Él día y noche? Os digo que pronto les hará justicia. Dios quiere que persistamos en la oración y está interesado en que recibamos nuestro milagro.

Oración
Padre Celestial, en el nombre de Jesús, quiero creer con todo mi corazón en tus promesas, escritas en tu Palabra para recibir lo que necesito. Amén.

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“Estad pues firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estén otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1 (RV60)

Hemos leído y escuchado mucho sobre el tema del perdón y la paz que ha traído a nuestro corazón haber obedecido a Dios, perdonando las ofensas.

Hoy voy a enfocarlo desde otro punto de vista, pero que también nos puede perjudicar. Lo llamo “perdón indirecto”, porque la ofensa no es contra nosotros sino: contra un ser querido, una amiga en fin todo lo que pasa a nuestro alrededor diariamente, una mala noticia que escuchamos o injusticias que nos duelen mucho, que nos pueden causar odio, resentimiento y enojo.

Como consecuencia, nos vamos a estancar espiritualmente.

El apóstol Pablo vivió una experiencia similar, cuando en la Iglesia de Corinto, había un hombre que cometió un pecado grave contra otro, además de molestarse por esos hechos, los exhorto’ duramente por haberlo tolerado. 1 Corintios 5:2-5. Este hombre se arrepiente y Pablo cambia su mensaje, pidiéndoles que lo perdonen y lo consuelen como él ya lo ha hecho, en presencia de Cristo”. 2 Corintios 2:10

Veamos otro ejemplo: Cuando una persona le debe a otra un dinero y no le paga, ya sea, porque no puede o no es su prioridad. Nuestra reacción es enojarnos [porque consideramos a la persona que hizo el favor. Cualquiera que sea la motivación, debemos tener misericordia, y orar perdonando de todo corazón. “Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones”. 2 Corintios 2:11

Jesús dijo: Mas sino perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre perdonara’ vuestras ofensas”. San Mateo 6:15

Otros culpan a Dios de todo lo malo que sucede, ignorando que su voluntad es buena, agradable y perfecta para todos los que le buscan y hacen su voluntad. Romanos 12

Oración
Padre Celestial, enséñame y dame un corazón perdonador como Jesús me ha perdonado.

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN

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Devocionales
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”. 2 corintios 9: 6-12 (RV60)

No podemos dejar de compartir con otros las bendiciones que Dios nos da cada día. Dios ha sido nuestro mayor ejemplo, lo dio todo por amor a nosotros. Su palabra nos enseña que es más bienaventurado dar que recibir, ya sea que compartamos de lo mucho o poco, nos traerá satisfacción.

Como experiencia puedo afirmar que, en tiempos difíciles, he visto el amor de Dios a través de manos generosas que bendijeron mi casa. Así aprendí que las circunstancias adversas nos hacen más agradecidos y generosos con los demás.

A veces la vida nos obliga a hacer un alto, para enseñarnos a depender más de Dios, que es el dueño de todas las cosas: y comprobamos que nada es nuestro, y que necesitamos depender del Espíritu Santo para ser buenos administradores y dadores de esta gracia.

También, es importante entender que no debemos dar por emoción, por manipulación, por presión, por recibir algo a cambio, de mala gana, pues se tornara una carga.

Al contrario la palabra de Dios especifica que debe ser:

  • No.1 con alegría, porque Dios “ama” al dador alegre. Vs.7
  • No.2 Como propuso en su corazón y generosamente. Vs.6
  • No.3 La decisión de dar trae grandes bendiciones
  • No.4 Dios le dará semilla al que siembra;vs.10
  • No.5 Suple lo que a los santos falta vs.12
  • No.6 Produce acción de gracias a Dios vs. 11
  • No.7 Y aumentará los frutos de nuestra justicia vs.10

El apóstol Pablo fue ayudado por los filipenses con sus ofrendas y les agradece con estas palabras:

“Mi Dios suplirá todo lo que les falta, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19

Oración
Señor, enséñame a ser dador alegre, generoso y buen administrador de tus bendiciones.

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN

 

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Devocionales

“Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón, aunque contra mi se levante guerra, yo estaré confiado”. Salmo 27:3 (RV60)

Vamos a recordar la historia de David y de cómo enfrentó al gigante Goliat, en la guerra contra los filisteos. 1 Samuel 17. David, a pesar de ser un joven, pero ungido por Dios, venció a este gigante, le cortó la cabeza, y dio gran victoria al pueblo de Israel. Así, sentó un precedente de valor, porque vendrían más batallas con gigantes.

Tiempo después los filisteos atacaron nuevamente, trayendo con ellos otro gigante que casi vence a David, pero uno de sus valientes lo mató. 2 Samuel 21:15-20

Y así sucesivamente, tres batallas más con sus respectivos gigantes que fueron derrotados por los valientes de David. Pareciera que las cinco piedras que David juntó del arroyo profetizarían la caída de estos hombres de gran estatura.

Como podemos ver, estas historias se asemejan a nuestro paso por la vida, cuando enfrentamos situaciones que nos desafían a poner toda nuestra confianza en el poder de Dios y no en nuestras fuerzas.

David nos deja, como ejemplo a seguir, su dependencia y confianza en Dios: “Él es quien me arma de valor, y endereza mi camino”. 2 Samuel 22:33 NVI

Cuántas veces nos ha sorprendido un gigante en forma de prueba o circunstancia que nos reta a desanimarnos o a perder la esperanza.

Puedes estar pasando por una enfermedad, o una situación económica, la perdida de un ser querido, una calumnia o tentación, etc. Pero la armadura que Él nos entregó nos equipará para vencer: “Fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza”. Efesios 6:10. Nos protegerá: Jehová está conmigo como poderoso gigante”. Jeremías 19:11 Nos dará la victoria: Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. 1 Corintios 15:57

Oración
Dios mío, he puesto en ti mi confianza, eres mi salvación, no temeré.

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN Latino

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Así dijo Jehová: “Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma”. Jeremías 6:16 (RV60).

H
ay circunstancias que llegan a nuestra vida tan de repente que ni siquiera podemos reaccionar, menos detenernos a pensar qué debemos hacer. Otras veces afloran actitudes que estaban guardadas en nuestro corazón, no muy agradables, por cierto, que pueden causarnos daño al tomar decisiones equivocadas.

Es por eso que, debemos volver nuestra mirada a Dios en busca de sabiduría y dirección: “Pararse en los caminos”, detenernos y mirar es de sabios, porque como lo indica el versículo, va a traer descanso a nuestras almas y más aún, cuando contamos con la guianza del Espíritu Santo para continuar nuestro camino.

En el libro de Proverbios encontramos pautas a seguir entre ellas: buscar la sabiduría, amarla, engrandecerla y como resultado, sus beneficios no se dejarán esperar. 4:7-9. Además, se multiplicarán años de vida, no se estrecharán nuestros pasos, nos hará andar por sendas derechas y si corremos, no tropezaremos. 4:10-13

En la palabra de Dios encontramos el consejo apropiado para cada situación que enfrentemos y nos asegura bendiciones al vivir con la expectativa de que nuestro viaje será impresionante, aunque pasemos por valles difíciles, nuestro Dios va delante de nosotros: “Mas la senda de los justos, es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Proverbios 4:18.

David a pesar de sus errores, tenía un corazón humilde cuando oró: “Muéstrame oh Jehová, tus caminos, enséñame en tus sendas a andar”. Salmo 25:4 Y en el 17:5 le pide al Señor lo siguiente: “Sustenta mis pasos en tus caminos para que mis pies no resbalen”.

Oración
Padre Bueno, te pedimos sabiduría para conducirnos por la vida correctamente y haciendo tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN

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“Ocúpense de su salvación con temor y temblor” Filipenses 2: […12] RV60

Cuando, Joás, rey de Israel, comenzó a reinar, tenía solamente siete años, siendo guiado a gobernar por el sacerdote Joiada, hombre fiel a Dios y a su pueblo. 2 Crónicas 24

Este joven se propuso reparar la casa de Dios que estaba destruida. Puso a todos los encargados a trabajar diligentemente en la obra y le pidió a todo el pueblo que contribuyera para este fin, se multiplicaron las rentas, las ofrendas se administraron fielmente y con mucha alegría vieron cómo la casa de Dios fue restaurada.

Tiempo después murió el sacerdote Joiada y el rey y sus subalternos se extraviaron de la fidelidad que profesaban a Dios; abandonaron su servicio y honraron a dioses extraños. Dios les amonestó varias veces enviándoles profetas para que se arrepintieran de su pecado, pero no hicieron caso, y estando enfermo el rey, fue muerto por sus siervos.

Esta historia nos apercibe y nos deja una gran enseñanza. Podemos caminar junto a personas de gran testimonio y de ejemplo espiritual, pero nunca depender de ellas. Nuestro caminar con Cristo es personal, si nos apoyamos en el hombre, no tendremos bases sólidas para continuar nuestro camino siendo fieles a Dios.

En estos tiempos también hay ídolos al acecho: el éxito personal, el materialismo, la comodidad, el libertinaje, el amor al dinero o nuestro tiempo mal administrado, amenazan con desviarnos de la perfecta voluntad de Dios.

Apoyémonos en su palabra, cuidemos nuestra salvación que tenemos en Cristo Jesús y sigamos la guía del Espíritu Santo, Él es nuestro Ayudador por excelencia.

Dios ha sido bueno y misericordioso, y su provisión es abundante para cubrir todas nuestras necesidades, honrémoslo con nuestras vidas, porque separados de Él nada podemos hacer. San Juan 15: […5]

Oración
Gracias Señor por tu fidelidad, ayúdanos a permanecer firmes hasta el fin. 

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN

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Es nuevamente el comienzo de otro año. La mayoría de nosotros hemos escuchado esa temible palabra de “propósito” lanzada alrededor de una conversación en nuestros hogares, oficinas y grupos de amigos. Es fácil hacernos de propósitos, pero como todos sabemos, apegarnos a las cosas que nos planteamos hacer es otra historia.


Mientras exploraba unas increíbles cataratas, me golpeó el pensamiento acerca de que el agua está decidida a encontrar su camino. Me fascinó ver las pequeñas goteras que erosionaban vías en el camino con la esperanza hacerse paso hacia el río. El agua tiene la capacidad de forjar un nuevo camino, aunque podría tardar años en hacerlo.


En pocas palabras, un “propósito o resolución” es una decisión firme de hacer algo. Pero la acción del “propósito” conlleva una profunda determinación de ver que la resolución se cumpla. Al igual que esos pequeños goteos de agua, puede tomar muchos intentos, pero encontrará un camino hacia la meta.


El “Propósito de Año Nuevo” fomenta esta idea de esperar hasta mañana para cambiar algo que podríamos hacer frente a la dificultad de cambiar hoy. A menudo ponemos más peso en la creación de nuevos objetivos que en crear una nueva determinación para terminar lo que nos propusimos hacer el año anterior.


En Filipenses 3: 12-16, Pablo nos anima a decir (mi paráfrasis): “Hola amigos, aún no he llegado al lugar donde Jesús quiere que vayamos, ¡pero veo la meta! Sigue presionando. Mantente enfocado ¡No te rindas!”


El punto de los propósitos es: seguir adelante.


Este enero, este febrero, este marzo, lo aliento a recordar las resoluciones que hizo en el pasado. Para aquellos a los que temes haber fallado, o crees que son demasiado difíciles de terminar, proponte intentarlo de nuevo. Dios quiere que practiquemos el alcanzarlos diariamente. Los pasos más pequeños hacia la meta son mejores que ningún paso en absoluto.


¿Por qué persona has dejado de orar? Empieza hacerlo de nuevo. ¿Qué relación sabes que necesitas reparar? Elige perdonar hoy. Deja que este sea el año en el que decides seguir adelante. Sí, cada año nuevo es una nueva oportunidad para comenzar de nuevo. Pero más que eso, cada nuevo día es una nueva oportunidad para continuar.


Escrito por Bridget Vogel Gregory para CBN

 

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“…al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios”. Salmo 50:23

No hay nada tan emocionante como un nuevo comienzo. Existe un “qué se yo” sobre iniciar un capítulo de la vida. Se siente tan bien, cuando podemos disfrutar la anticipación de empezar con algo nuevo.

Sí, todo está bien y la vida es buena… hasta el momento en que nos percatamos que… “¡Espere un minuto! Eso me parece muy familiar. ¿Ya estuve aquí antes? De hecho, reconozco este lugar. Definitivamente, esas son mis pisadas en este camino familiar. ¿Cómo así? Estoy de regreso en el sitio donde comencé. ¡No lo puedo creer! ¡He dado vueltas una y otra vez!”

Recientemente tuve un encuentro así. Mi amigo, Jesús, me mostró cómo estaba actuando. Entendí cómo inocentemente había adquirido el mal hábito de “engancharme” de algo y siempre querer empezar otra vez. Esa era la respuesta a mis problemas. Seguía cayendo en la trampa de decirme a mí misma que podría empezar de nuevo mañana, o mejor aún, el próximo lunes. Esto se había convertido en mi canción lema.

Una vez escuché a un hombre respetado predicar sobre “La palabra más peligrosa del universo”. Presté atención con enormes deseos de conocer cuál era esa palabra. ¡Era “mañana”! ¿Cómo así? Él explicó cómo podemos discretamente posponer hacer la voluntad de Dios en nuestras vidas con un “inocente” pensamiento de que mañana será otro día, en lugar de ser obedientes hoy mismo.

Ese fue un momento clave, donde tuve que arrepentirme sinceramente. Entonces, oré entregándole mi vida a quien me ama lo suficiente para corregir mis pasos.

Tu oración

Señor, sé que eres muy bueno y me tienes mucha paciencia. Perdona mi pecado, mi desobediencia y mis malas actitudes. Muéstrame tu misericordia y permite que haya paz en mi corazón. En el nombre de Jesús. Amén.

Missey Butler escritora invitada para CBN

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“…despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia…” Hebreos 12:1.

Me recuerdo leyendo cómo se entrenan los elefantes jóvenes en la India. El amaestrador ata el elefante de una pierna trasera con cuerda gruesa a un árbol. Naturalmente, el elefante al sentirse atrapado intentará liberarse. Eventualmente, se da cuenta de que sus esfuerzos son inútiles y gradualmente se acostumbra a estar cautivo.

Al envejecer, el elefante modifica su comportamiento debido a su restricción hasta que incluso un sólo hilo puede ser lo que lo amarra. El elefante podría romperlo fácilmente pero se ha convencido de que la fuerza del hilo es más que su propia fuerza. Entonces, se da por vencido.

Para mucha gente, los acontecimientos de su pasado son como el hilo del elefante. Errores, fracasos, pecados o tragedias que nos tomaron cautivos como cuerdas gruesas todavía nos mantienen prisioneros. Si viéramos otra vez e intentaríamos de nuevo encontraríamos que sólo un hilo nos liga, aunque tenemos el poder en Jesucristo para liberarnos con facilidad.

El apóstol Pablo escribió: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

Cuando te encuentres atascado en la rutina, detente, fíjate en el hilo que te mantiene prisionero y suéltate. Aún cuando recibamos clemencia por nuestros pecados, a menudo nos cuesta perdonarnos a nosotros mismos. El pecado ha sido perdonado, pero permitimos que el sentido de culpabilidad se quede en nosotros.

Ese hilo de culpa nos restringirá de una relación más profunda con Dios; por eso, es importante que reconozcas que este es el momento de perdonarte a ti mismo y romper el hilo de culpa y vergüenza, porque Dios ya quitó la cuerda hace mucho tiempo.

El pecado puede llegar a ser un vicio. Si se pierde la lucha contra el pecado, te puedes sentir amarrado aún y sin esperanza. Uno no debe vivir así. Recuerda que hay esperanza en Jesucristo.

“Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). 

Oración:
Señor, hay cosas que me atan al pasado. Los errores que cometí, mis pecados, mis malas actitudes, las injusticias que causé e incluso mis propias palabras son como ataduras que me impiden una libertad completa. Te pido Dios que me hagas sentir la libertad que necesito y si debo aún ser perdonado por algo, perdóname, Señor. En el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Gene Markland. Escritor de CBN.

 

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