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Devocionales

“Te ofreceré sacrificio de alabanza e invocaré el nombre de Jehová, pagaré ahora mis votos delante de todo su pueblo, en los atrios de la casa de Jehová, en medio de ti, oh Jerusalén, aleluya.” Salmo 116: 17-19

 

Aquel hombre había tenido un día muy exhausto en su trabajo, nada le salió bien y sentía que ya no tenía fuerzas para dar un paso más, sólo quería descansar, pero en su mente el Espíritu Santo le recordaba que era día de ir a alabar a Dios en la Iglesia.

 

Había muchas excusas, había muchas razones, todas las preguntas y respuestas le daban la razón, pero sólo algo era lo que le hacía seguir y era que no encontraba respuesta a esta simple pregunta “¿por qué no alabo en este día?” ¿En medio de mi cansancio y de mis aflicciones…?

 

Reflexionemos y miremos todas las bendiciones que Dios nos da cada día: casa, comida, vestido, familia, salud, comodidad; no hay una sola razón por la que no debamos alabarlo cada día.

 

Como este hombre, dejemos nuestro cansancio físico o emocional, llevemos nuestra carga a Sus pies y alabemos a Dios en su santo templo por todas y cada una de las bendiciones que tenemos. Busquemos ser un sacrificio agradable a Él, aunque nuestras fuerzas estén en el nivel más bajo o en 0, Él mirará nuestro sacrificio y alegraremos su corazón sobre todas las cosas.

 

Oración:

Señor Jesús, no permitas que deje de alabarte, ni que busque excusas, ni que te ponga al final de mi lista; Deja que tu espíritu traiga convicción a mi vida y me ayude a buscarte fielmente y en todo momento, permíteme ser un sacrificio vivo diariamente. En el nombre de Jesús. Amén.

 

Escrito por Rosario Guerrero para CBN

 


 

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Devocionales

“Jesús dijo a los sirvientes: – Llenen de agua las tinajas. Y los sirvientes las llenaron hasta el borde”, Juan 2:7.

 

Un día que fui de compras encontré una hermosa urna y mi mente me recordó el pasaje de Juan capítulo 2. Compré esa urna como recordatorio constante de la misericordia de Dios.

 

Jesús tomó un jarrón ordinario de aquel entonces e hizo que los hombres los llenaran con agua común y corriente. Luego, bajo la dirección del Maestro y su mano, lo usual se volvió extraordinario.

 

Tal vez te sientas como sólo una esposa, o un banquero, o un maestro, pero cuando nos permitimos ser dirigidos por el Maestro y nos ponemos en sus manos, somos extraordinarios.

 

Cuando el Padre te mira, no ve lo mismo que ves. Él ve tu potencial en sus manos.

 

Gedeón es un ejemplo perfecto de esto. Los israelitas estaban en problemas: los madianitas los oprimían. Un joven llamado Gedeón estaba trillando trigo en el lagar cuando el Señor llegó a hablarle. Gedeón era del clan más débil y pequeño, pero cuando Dios lo llamó le dijo: “¡El Señor está contigo, guerrero valiente!” (Jueces 6:12).

 

Dios sabía en lo que Gedeón se convertiría si le permitía trabajar en su vida. Cuando Gedeón puso su vida en las manos del Maestro y confió en Él, se convirtió en un instrumento para salvar al pueblo de Israel.


Entonces, ¿qué esperas? ¿Estás dispuesto a dejar tu vida en las manos del Maestro y confiar plenamente en Él? Te sorprenderás de lo que sucederá, si lo haces.

 

Oración:

Señor, sé que no hay nada común u ordinario en un corazón completamente rendido a ti. Quiero ponerme en tus manos y experimentar las cosas extraordinarias y maravillosas que puedes hacer en mí. Me entrego a ti, Señor, para ser un instrumento tuyo. En el nombre de Jesús. Amén.

 

Escrito por Susan Norris. Escritora invitada.

 


 

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“… llegó a Jerusalén, porque estaba con él la buena mano de Dios” Esdras 7: 9

 

Al leer mi Biblia una noche, me cautivó el versículo nueve del capítulo siete en el libro de Esdras en el Antiguo Testamento que dice “estando con él la buena mano de Dios”.

 

Este relato me hizo meditar mucho en la actitud que en ocasiones asumimos tu y yo, cuando nuestras fuerzas ya no dan y sabemos que es la poderosa mano de Dios la que nos hizo llegar a un camino seguro.

 

No obstante, cuando las cosas no salen bien, de acuerdo con nuestros intereses personales, posiblemente caemos en el error de pensar que Dios es el responsable y que no nos ayudó, como necesitábamos o esperábamos.

 

En la historia del pueblo judío, el sacerdote y escriba Esdras ocupa un puesto de especial relevancia. De acuerdo con los registros históricos, asumió dos tareas trascendentales:
1. Guió a un buen número de los exiliados de vuelta a Jerusalén y, por ende, a Dios.
2. Dictó 94 libros de la Ley.

 

Más adelante, en el capítulo nueve, se nos narra que cuando afloraban situaciones que estaban al margen de sus capacidades, este hombre iba a Dios en oración (Esdras 9: 5-15).

 

Procuremos pues acercarnos confiadamente al trono de la gracia para hallar oportuno socorro en el día de la angustia.

 

Oración:

Amado Padre Celestial, reconocemos que nuestras fuerzas nos fallan, la esperanza y el ánimo muchas veces decaen en nuestro caminar, quiero que seas, una vez más, esa mano poderosa que nos conduce a puerto seguro. En el nombre de Jesús, Amén.

Escrito por Alicia Chacón Quirós para CBN

 


 

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“¡Me sedujiste, SEÑOR! ¡Y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste”. Jeremías 20:7

 

La palabra Seducción tiene muchas connotaciones y me imagino que hay muchos que han hablado del tema desde toda perspectiva humana.

 

Pero Jeremías, cuando le habló a Dios de la forma más hermosa. Le dijo me Sedujiste Señor… Y no que Jeremías fuera del tercer género como está sociedad nos quiere hacer creer que existe un tercer género. Cuando Jeremías le habló a su Señor, quería transmitir la intimidad que tenía con su Creador, estaba rendido totalmente a él. Se dejó envolver por el torbellino del amor, Dios.

 

Y me imagino que Jeremías habrá luchado por no caer a las seducciones del Señor. Jeremías no quería saber nada con Dios, ni con el llamado de Dios, no quería ser utilizado, ni señalado por la sociedad de aquel tiempo, ya que Jeremías era la boca de Dios para el pueblo, y más bien el pueblo quería matarlo. Pero quien se puede resistir al amor de Dios, nadie… Y Dios fue más fuerte que Jeremías y lo venció…

 

Cuántos estamos luchando con Dios, cuántos nos estamos resistiendo al amor de Dios… Podremos huir de su amor… yo creo que no por mucho tiempo. Él quiere ser nuestro Señor, tu Señor y seas del género masculino o femenino.

 

Oración
Amado Dios, te pido perdón por resistirme a tu amor y no dejarme seducir por ti. Señor toma las riendas de mi vida y lléname de tu amor y utilízame para engrandecer tu reino. Amén.

Escrito por Elena Mesías

 


 

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Nunca imaginé que me convertiría en anfitrión de CBN. Desde pequeño siempre fui muy tímido, además de un pequeño déficit de atención que me hacía estar más en las nubes que seguir el hilo de una conversación, me gustaba cantar, por eso cultivé ese sueño que a los 19 años me llevó a estar en los círculos de los medios.

 

Trabajé duro y, aunque podía cantar frente a miles de personas, mis habilidades sociales seguían siendo las mismas. Mi corazón parecía un barril sin fondo, y nada lo llenaba… hasta que conocí a Jesucristo. Finalmente pude experimentar la alegría que había buscado durante mucho tiempo. ¡Quería decirle al mundo entero que Jesucristo es real, que Él realmente existe!

 

Luego vino la invitación para formar parte de “Vive Más”, pero la idea de no poder hacerlo bien me aterrorizaba. Pensé que, si no podía seguir una conversación, ¡cómo podría entrevistar a alguien! Sin embargo, el maravilloso equipo de producción me abrazó y nunca se cansó de apoyarme. Es en este momento que este versículo adquiere un significado muy especial para mí.

 

“No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.” Gálatas 6:9,10 NVI.

 

Actualmente, el programa Vive Más tiene más de 4 años y Dios continúa desarrollando mis habilidades de comunicación para llevar su mensaje a través de él. Compartimos las maravillosas obras de Dios y vemos como las personas son rescatadas para el reino del Señor, día a día.

 

Pero algo completamente inesperado también sucedió durante mi viaje. ¡Ahora puedo mantener una conversación!

 

Dios me ha llevado con la música a lugares donde hay mucha gente que no conoce a Cristo, y mis nuevas habilidades de conversación me permiten compartir a Cristo dondequiera que Él me lleve. Entonces, debemos ir por todo el mundo y predicar el evangelio (Marcos 16:15-18).

 

Sembrar la palabra de Dios es sembrar amor, ya su tiempo cosecharemos lo que sembramos. Este amor no necesariamente vendrá de aquellas personas con las que compartimos, sino que es el amor de Dios que llenará nuestros corazones con el gozo de su presencia y sabiendo que estamos cumpliendo Su voluntad en nuestras vidas. La perspectiva correcta que debemos mantener siempre es no esperar necesariamente ver el fruto, sino regocijarnos de haber participado en la obra y así no nos cansaremos de hacer el bien, porque nuestro gozo ya está cumplido.

 

Hagamos el bien todo el tiempo buscando reflejar a Dios con nuestro comportamiento, amor y paciencia. No esperemos ver todo el trabajo terminado de la noche a la mañana. En cambio, sembremos con paciencia ya su debido tiempo cosecharemos frutos preciosos con abundancia que nunca imaginamos. Es un mundo caído y opuesto, pero mantengamos la mirada en que un día la obra estará completa y disfrutaremos de la recompensa que viene del Señor.

 

“Díganle al justo que le irá bien, pues gozará del fruto de sus acciones.” Isaías 3:10 NVI.

 

La mayor recompensa es poder servir y ser herramientas útiles en las manos del Señor; no nos cansemos de hacer el bien. ¿Cuál es el área débil de tu vida, que necesitas dar al Señor? ¿Piensas que si Él te llamara, Él también te equiparía?

 

La mayor recompensa es poder servir y ser herramientas útiles en las manos del Señor, no nos cansemos de hacer el bien, porque aunque no tengamos las habilidades: A quien Dios llama, Él lo instruye.

 

¿Puede Dios cambiar tu vida?

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Autora: Nadia Yvonne López Ayuso es la presentadora del programa de televisión Vive Más. También es cantante y compositora. Tiene un perro chihuahua llamado Pinwika.

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Hace unas semanas platicaba con una amiga sobre las manifestaciones del Día de la Mujer en México. Sin duda son una serie de hechos controvertidos y muchas veces muy violentos en mi país. Se convierte más en una demostración de fuerzas que en una petición de reconocimiento de derechos, que cabe señalar, Dios concedió hace muchos siglos.

El mundo nos ha hecho creer que ser débil es malo, y más aún ser mujer y ser débil puede parecer peor. Por eso, últimamente, hemos visto tantos movimientos sociales que quieren “empoderar” a las mujeres, perdiendo de vista el plan original de Dios que es diferente en el buen sentido. A los ojos de Dios, somos igual de valiosos “…Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28 NVI) Sin embargo, con un propósito especial, no porque seamos mujeres, sino porque ese es Su plan por diseño.

Entonces, pensar que soy débil (físicamente) no es algo que me afecte, más bien trato todos los días de recordar que Dios me ha dotado de la capacidad de decir no a lo que está mal, y decir sí a lo que está bien y por lo tanto vivo mi vida conscientemente para Su gloria. Satanás es el maestro de la manipulación y utiliza las circunstancias. Sabe que, si logra desviar mis pensamientos, con el tiempo logrará desviar mi vida. Entonces, con determinación, someto mi mente a la de Cristo, para que todos mis pensamientos tengan Su toque. Muchas veces hago un ejercicio de sinceridad ante Dios y le pido que me examine y me muestre lo que debo hacer y me gustaría compartirlo contigo.

Pon en práctica la Palabra de Dios, así a la larga toda tu vida será fortalecida en Dios y no dependerá de tus propias fuerzas. Más bien, dependerá de la fuerza de Dios. Todo lo que tenemos y somos proviene de Él, así que aferremonos a Aquel que creó los cielos y la tierra, para cumplir con determinación todo lo que nos ha mandado. Para mí es importante el darme cuenta de que todo lo que vivo es para Dios, por Dios y para Dios. Él me creó y me rodeo de más personas con la misma misión: difundir la Gloria de Dios en esta tierra y es por eso que sirvo con tanta gratitud en CBN. Desde un teléfono podemos hacer misiones, también podemos ser las manos de Dios con cada ayuda que entregamos y somos la voz de Dios en cada palabra de aliento que comparten nuestros donantes. Qué privilegio ser considerado para la obra perfecta de Dios y, sin embargo, ser débil.

Acepto con gusto que soy débil, que no tengo el control de nada, y pido a Dios que me permita verlo obrar. Fortalezcámonos, pues, en el gran poder de Dios, porque el Señor nos acompañará dondequiera que vayamos. En su Palabra, Jesús promete: “Todos los que vinieron antes de mí eran unos ladrones y unos bandidos, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; el que entre por esta puerta, que soy yo, será salvo. Se moverá con entera libertad, y hallará pastos.” (Juan 10:8,9 NVI). Su poder es evidente en mi debilidad, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con alegría ahora: ¡Soy débil y Dios lo sabe!

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Autora: Ana Paola Romero; Gerente de Oficina, CBN México

Durante los últimos 10 años, Ana Pao Romero ha coordinado la recaudación de fondos y la atención de donantes para CBN México, el Centro de Consejería y Oración y actualmente es Gerente de Oficina. Junto con su esposo también pastorean una iglesia en el área metropolitana de la Ciudad de México. Lo que más ama es la gracia de Dios, por eso no se cansa de compartirla con quienes la rodean y de creer en su poder transformador.

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Devocionales

Si estás luchando por creer y pensar cosas buenas sobre ti mismo, no estás solo. La mayoría de nosotros, en un momento u otro, estamos plagados de pensamientos negativos como: “No soy lo suficientemente bueno”… “Realmente nunca podré ser perdonado” o “Soy desagradable”.

 

Pero vivir con inseguridad, miedo y duda significa que estamos creyendo las mentiras de Satanás sobre quiénes somos en lugar de abrazar la verdad de Dios.

 

La Biblia se refiere a Satanás como el padre de la mentira (Juan 8:44). Está al acecho, trabajando horas extras para robar, matar y destruir a los hijos de Dios. Nada le gustaría más que hacer que dudes de tu verdadera identidad, destruir tu fe y descarrilar tu futuro.

 

Pero armado con la verdad de la Palabra de Dios, sus mentiras se vuelven impotentes. La fe en Dios crece y la comprensión de Su plan se vuelve clara cuando sabes lo que Él ha dicho acerca de ti. Entonces, ¿qué te dice exactamente la Biblia acerca de quién eres en Cristo?

 

Porque nos escogió en él antes de la creación del mundo para que fuésemos santos y sin mancha delante de él. Efesios 1:46

 

En Cristo – Eres Amado Incondicionalmente

El amor de Dios por ti no tiene límites. Nadie te conocerá tan bien como Él, y Él te ama tal como eres. Eres Su amada creación. Cuando te entretejió en el vientre de tu madre, te hizo formidable y maravilloso (Salmo 139:13-14).

 

Es posible que no te hayan amado, te hayan rechazado o criticado. Eso no importa, Aquel que te conoce íntima y perfectamente te ama profundamente y nada de lo que hagas puede hacer que deje de amarte.

 

Romanos 8:38-39 dice: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor.

 

Puedes descansar en Su amor incondicional e inagotable por ti ahora y por toda la eternidad.

 

En Cristo – Eres Perdonado

No hay pecado más grande que la obra redentora de Jesucristo. Él pagó un alto precio por tu perdón, Su propia vida. Él no hizo eso para que tu pasado pudiera ser usado en tu contra. Lo hizo para comprar tu libertad de cualquier condenación por el pecado. No lo hizo para que te convirtieras en un perfeccionista nervioso. Lo hizo sabiendo que somos humanos y que todos hemos cometido errores y pecados. Su perdón siempre está disponible. Sólo tenemos que pedirlo.

 

Entonces, cuando Satanás te recuerde tu pasado, recuerda que la sangre de Jesús cubrió todo pecado que hayas cometido, y Dios ya no se acuerda de tus transgresiones (Hebreos 8:12). Eres para siempre una nueva creación en Cristo (2 Corintios 5:17).

 

En Cristo – Eres Hijo de Dios

Dios es tu Padre y siempre estará ahí para ti. Si tus padres terrenales te han fallado, rechazado o abandonado, el Señor aún te recibe y te tiene cerca como su hijo precioso (Salmo 27:10). Puedes poner plena confianza en Él que es tu Padre fiel y amoroso.

 

Los padres y las madres terrenales son humanos. No son capaces de amarte perfectamente, guiarte sin fallas o ser todo lo que necesitas. Eso no es cierto de tu Padre celestial, Su amor puede llenarte hasta rebosar. Su guía es tan perfecta que Él mismo ordena tus pasos (Salmo 37:23) y Él puede satisfacer cada necesidad que tengas.

 

Como hijo de Dios, no tienes por qué temer a la escasez. Mateo 6:31-32 dice que no necesitamos preguntar qué comeremos o beberemos, o qué vestiremos, porque nuestro Padre celestial sabe que tenemos estas necesidades.

 

Mira las aves del cielo; no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros, y sin embargo vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No eres mucho más valioso que ellos? (Mateo 6:26).

 

En Cristo – Eres Suficiente

Dios no llama a personas perfectas. Él no necesita hacerlo. Él sabe que el Espíritu Santo que vive en Sus hijos les da todo lo que necesitan para tener éxito.

 

2 Corintios 3:5 dice que no somos competentes por nosotros mismos para reclamar nada por nosotros mismos, pero nuestra competencia proviene de Dios.

 

Cuando confiamos en la fortaleza y la provisión de Dios en cada situación, nos aseguramos de que Él reciba la gloria y no nosotros. El apóstol Pablo dijo que se gloriaría en su debilidad y no confiaría en sí mismo, sino en el poder del Espíritu Santo obrando en su vida (2 Corintios 12:9).

 

En Cristo – Tienes Vida Eterna

Algunas de las últimas palabras que Jesús pronunció aquí en la tierra aseguraron a sus discípulos que, aunque los dejaría, algún día estarían juntos para siempre.

 

Él dijo: “Voy y os preparo un lugar” (Juan 14:3) para que un día estemos con Él en el cielo. Los defectos personales y los fracasos del pasado son cosas muy pequeñas a la luz de la eternidad que pasarás con Él. Puedes descansar en la seguridad de que tienes un hogar en el cielo gracias a tu relación con Cristo.

 

Si te niegas a creer las mentiras que Satanás quiere que creas y te aferras a la verdad, encontrarás la libertad: libertad del miedo, libertad de la culpa y libertad para vivir la vida victoriosa que Jesús murió para darte.

 

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia. (Juan 10:10).

 

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“Oísteis que fue dicho: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos. Él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:43-45 NVI).

 

El 17 de noviembre de 1957, Martin Luther King, Jr., pronunció un sermón en su congregación de Montgomery, Alabama, titulado “Ama a tus enemigos”. Como principio esencial de la filosofía de vida de King, amar a los enemigos era un tema que predicaba al menos una vez al año. Enfrentado a la realidad persistente de los males políticos y sociales de la sociedad, King encontró una nueva resolución para vencer el odio cediendo a la profundidad del amor de Dios. Reflexionando sobre el poder curativo del amor, King comentó:

 

“La persona que más te odia tiene algo de bueno en él; hasta la nación que más os odia tiene algo de bueno; incluso la raza que más te odia tiene algo de bueno. Y cuando llegas al punto en que miras el rostro de cada hombre y ves en lo profundo de él lo que la religión llama “la imagen de Dios”, comienzas a amarlo a pesar de ello. No importa lo que haga, ves la imagen de Dios allí”.

 

A pesar del odio insensible del mundo, King reconoció que todos tienen algo bueno en ellos en virtud de haber sido creados a la imagen de Dios. Puede que no estemos naturalmente inclinados a ver el bien en nuestros enemigos, pero si nos esforzamos por hacerlo, energizados por el amor de Dios, descubriremos el amor por ellos. Si todos, incluida la persona, nación o raza que nos ha causado más dolor, están hechos a la imagen de Dios, entonces en algún lugar dentro de ellos se encuentra la huella del carácter de Dios.

 

En el primer capítulo de la Biblia, la narración de la creación se refiere tres veces a la humanidad como hecha a Su imagen (Génesis 1:26–27). La marca de la semejanza de Dios distingue a los humanos del resto de la creación. Independientemente de la nación o etnia a la que pertenezcas, tú y yo compartimos una singularidad entre todas las demás criaturas como portadores de la imagen divina. La bondad innata del carácter de Dios reside en cada uno de nosotros para que al amar a los demás, estemos amando lo que Dios hizo.

 

Debido a que estamos hechos como Dios, podemos amar a los demás con el amor de Dios. Su amor superior se conoce como amor ágape. Solo a través del amor ágape, sostuvo King, uno puede liberarse del ciclo del odio: “Cuando te elevas a amar a este nivel, comienzas a amar a los hombres, no porque sean agradables, sino porque Dios los ama”. La verdadera prueba del amor es amar a nuestros enemigos. Cuando amamos genuinamente a nuestros enemigos, demostramos que nuestro amor está enraizado y refleja el amor ágape de Dios.

 

En el Sermón de la Montaña, el término griego ágape se usa para transmitir la verdadera medida del amor. Jesús explicó que cualquiera puede amar a su amigo. Sin embargo, al amar a nuestros enemigos, demostramos que somos hijos de Dios (Mateo 5:45).

 

El amor ágape de Dios no conoce límites. Es el mismo amor conquistador y redentor exhibido en el amor de Dios por el mundo: Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8).

 

Cuando estábamos perdidos en la oposición y la rebelión hacia Dios, Él recorrió la distancia para mostrarnos Su amor. Amar a nuestros enemigos significa mostrar el mismo amor ágape vencedor que Dios mostró en la Cruz. Es este tipo de amor, amar a los demás por la única razón de que todos somos iguales a la imagen de Dios, que tiene la fuerza para detener la marea de odio y reparar la hostilidad que nos divide.

 

Escrito por Paul J. Palma – Profesor, Estudios Bíblicos y Ministerios Cristianos de Regent University

 

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Es algo que todos queremos, pero muchos nunca encuentran: amor genuino. A nuestro alrededor podemos ver una búsqueda interminable de amor. Lo buscamos en todas partes: en nuestros hogares y familias, amistades, relaciones de noviazgo, matrimonio y religión. Pero ¿qué es el amor y dónde podemos ir para encontrar un amor duradero para nuestras vidas?

 

¿Qué es el amor?

 

El amor a menudo se describe en términos de sentimientos. Pero el amor verdadero, lo que los escritores del Nuevo Testamento llamaron amor ágape, no se basa en absoluto en los sentimientos. El amor ágape puede cambiar tu vida y liberarte. Y todo comienza con una decisión que debes tomar.

 

El amor ágape es una decisión de considerar las necesidades de los demás antes que las propias… de vivir sacrificadamente… de dar sin exigir nada a cambio… de pasar por alto una ofensa. Sobre todo, el amor ágape es una decisión de recibir y responder al amor de Dios. Porque todos nuestros esfuerzos por amar a los demás no darán fruto a menos que estemos respondiendo a Su amor. Como dice la Biblia, “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

 

Por lo tanto, nuestra comprensión del amor comienza con quizás el versículo más citado en la Biblia, Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.”

 

Esto es lo que la Biblia llama “nacer de nuevo” o “nacer de lo alto”. En esta experiencia de nuevo nacimiento, Dios te revela Su increíble amor. Este milagro producirá en ti una nueva naturaleza que te permitirá amar a los demás como nunca antes, independientemente de su respuesta a tu amor.

 

El nuevo nacimiento es sólo el comienzo. Para crecer en el amor debemos seguir recibiendo el amor y el perdón de Dios (ver Lucas 7:47). Escuchemos la oración del apóstol Pablo por los cristianos de Éfeso: “para que vosotros, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo”. que sobrepasa a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios: (Efesios 3:17B-19).

 

No solo necesitamos estar “arraigados y cimentados” en el amor de Dios por nosotros, también necesitamos una comprensión cada vez mayor de Su amor por nosotros.

 

A medida que experimentemos el amor de Dios y respondamos con amor, seremos transformados a su imagen. También estaremos cumpliendo Su mayor mandamiento: amar a Dios y al prójimo (Marcos 12:29-31). Este amor debe inevitablemente desbordarse en acciones (1 Juan 3:13). En última instancia, el testimonio verificable de nuestro amor mutuo demostrará al mundo que somos verdaderamente discípulos de Jesús (ver Juan 13:34).

 

Si bien el amor ágape no se basa en sentimientos, los sentimientos de amor a menudo seguirán verdaderas expresiones de amor. A medida que nuestras vidas comiencen a demostrar el “fruto del Espíritu”: (amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio), nuestro estado emocional sin duda cambiará para mejor. Pero no debemos buscar las emociones En cambio, busque primero Su reino y “todas estas cosas nos serán dadas” (Mat. 6:33).

 

Superando las Barreras al Amor

 

Incluso con una comprensión del amor, a menudo nos resulta difícil superar las barreras al amor. Estas barreras a menudo surgen de nuestras experiencias en el pasado: las heridas, los rechazos y las decepciones que nos dejaron incapaces de dar o recibir amor verdadero.

 

La clave para superar las barreras del pasado se puede resumir en una palabra: perdón. Al pedir perdón a quienes hemos ofendido, comenzando por Dios, y luego perdonando a quienes nos han ofendido, superamos el ciclo de la amargura y entramos en el reino del amor ágape de Dios.

 

Nuestros propios deseos egoístas (orgullo, envidia, celos y presunción) a menudo nos separan del verdadero amor de Dios. Esta barrera del yo sólo se puede superar mediante el arrepentimiento, apartándose del pecado y pidiendo perdón a Dios por los deseos y acciones egoístas. A medida que nos humillamos ante el Señor y recibimos Su perdón, encontraremos la libertad de mirar más allá de nuestras propias necesidades y alcanzar a quienes nos rodean.

 

Encontrar el amor verdadero

 

La búsqueda del amor comienza con nuestra relación con Dios. Si buscas el amor verdadero, ábrete a Aquel que te ama más que nadie en el mundo entero. Dios te amó tanto que entregó a su único Hijo, Jesús. Llama a Jesucristo ahora. Permítele que te alcance y te toque con el amor ágape que viene del corazón de Dios. Arrepiéntete y pídele perdón y recíbelo con fe (Romanos 10:13; 1 Juan 1:8-9; Juan 1:12). Pídele a Jesús que te bautice (te llene) con el Espíritu Santo (Lucas 11:13).

 

A medida que crece en su fe, permita que Dios revele Su gran amor por usted todos los días. Luego, acérquese de manera práctica a quienes lo rodean: familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, y de ese modo demuestre el amor que ha recibido de Dios.

 

Finalmente, ora y pídele a Dios que te llene de una nueva comprensión del amor: “Padre, creo que me amas. La Escritura dice que puedo amarte porque tú me amaste primero. Te agradezco por tu amor. Llena mi corazón más que antes con tu amor. Lléname del Espíritu Santo y del amor. Ayúdame a crecer en Tu amor y déjame mostrar Tu amor a las personas que me rodean. Gracias Padre. En el nombre de Jesús. Amén.”

 

La palabra de Dios sobre el amor

 

“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios; y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto el amor de Dios fue manifestado en nosotros, que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él. En esto consiste el amor, no en que nosotros amemos a Dios, sino en que Él nos amó y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados Amados, si Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Juan 4:7-11).

 

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Devocionales

“Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”, Apocalipsis 5:8. 

 

Piensa por un momento en algo que te guste oler. ¿Será un pastel recién horneado, el aroma del café, o quizás el olor del césped recién cortado? Cada uno puede identificar olores que nos dan gusto. 

  

¿Alguna vez has considerado que hay un aroma que agrada a Dios? Leamos la Biblia y veamos lo que encontramos ahí. 

 

En Éxodo 30 nos habla sobre un altar dorado y el incienso que se quemaba sobre él. En este altar, Aarón debía quemar el fragante incienso diariamente. Al final del versículo 35 dice: “un incienso perfumado, bien mezclado, puro y santo”. Este debía ser considerado santo para el Señor y usado sólo para este propósito. La palabra hebrea para el perfume es “getoreth”, y significa incienso o perfume, pero también “dulce humo de sacrificio”. 


Apocalipsis 5:8 nos dice el significado del incienso: “Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”. Entonces, el incienso que quemaba Aarón continuamente señalaba las oraciones que ofrecemos a Dios. Nuestras oraciones, como el incienso deben ser bien mezcladas, puras y santas. Son el humo dulce del sacrificio y es aroma agradable a Dios.
 

 

Nuestras oraciones siempre deben ser ofrecidas con un sentido de reverencia y asombro ante Dios. Deben ser puras y venir del corazón que anhela agradarle y seguir sus mandamientos. Muchas veces serán un sacrificio, en especial cuando oramos de acuerdo con la voluntad de Dios en lugar de nuestros propósitos. 


Nuestras oraciones sirven para llevar nuestra propia voluntad a la del Padre. Cuando lo hacemos glorificando a Jesús y buscando los caminos del Padre, son un incienso fragante para el Señor.
 

 

Oración 

Señor, que mi oración llegue delante de tu presencia como un incienso de olor fragante, santo y agradable a ti. En el nombre de Jesús. Amén. 

Escrito por Leah Adams. Escritora invitada 

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