Devocionales
Fuerzas
“El Señor es el Dios eterno… No se cansa ni se fatiga…” Isaías 40:28.
Todos los 31 de diciembre, en muchas ciudades alrededor del mundo, se corre la Clásica San Silvestre. Es la carrera de atletismo con que se cierra el año. En mi caso particular, llevo varios años corriéndola, como la forma deportiva de despedir mi año. La más reciente fue especial, porque la corrí junto a un grupo de amigos con los cuales conformamos un equipo de atletismo.
La carrera empezó tranquila. El clima era fresco y el paso que llevábamos nos permitía avanzar y conversar. Después empezaron las cuestas y el grupo se dividió. Adelante iban los de mejor condición física y atrás los que pagábamos el precio de las comilonas de diciembre.
Luego, el terreno se puso plano y nos tratamos de juntar de nuevo. El último kilómetro nuevamente era en cuesta. Cerca de la meta, decidimos que entraríamos todos juntos, porque íbamos con nuestro uniforme; así que esperamos a la compañera que venía atrás y cruzamos la meta juntos como equipo.
Tratando de usar la ilustración de la carrera y aplicándola para 365 días -en lugar de 10 kilómetros- encontré varias similitudes con lo que nos toca vivir en un año. Hay momentos en los que todo marcha bien, otros en los que debemos meterle el hombro a alguien y otros en los que queremos ir rápido pero no se puede. Hay momentos de vértigo cuando nos preguntamos qué pasará, otros donde la cuesta de la vida se nos pone muy empinada. Todo un carrusel de emociones y vivencias donde hoy estamos y mañana no sabemos.
En la San Silvestre, mi apoyo en la carretera fueron los miembros de mi equipo. En el día a día, mis compañeros del camino son mi esposa, el resto de mi familia y mis amigos. Estoy seguro de que también puedes mencionar quién o quiénes son tu apoyo. Pero si de apoyo para el camino se trata, el más recomendado a través de la historia es Dios, el mejor corredor, caminante, amigo y compañero que conozco.
Creo que el profeta Isaías trataba de darnos una gran lección al escribir que Dios no se ve limitado por el cansancio o la fatiga. Según los estudiosos, él escribió esos versos en un momento histórico cuando su gente estaba en cautiverio en una nación extranjera y aún en medio de esa circunstancia, nos recuerda que en los momentos difíciles Dios es el compañero más fiel que podemos tener. Él es capaz de dar nuevas fuerzas al que está agotado, así que tenemos combustible asegurado para rato si le invitamos a andar con nosotros.
No sé en qué momento del año leerás estas líneas, ni cuál es tu situación actual, pero lo cierto es que ahora mismo tenemos la oportunidad de arrancar de nuevo y de llegar bien acompañados a la meta. ¿Te animas?
Oración
Dios, la vida puede ser en ocasiones muy difícil. Hacemos planes y tratamos de salir adelante, pero a veces no hemos salido de un problema cuando caemos en otro. Te pido que me acompañes y me des nuevas fuerzas para continuar. En el nombre de Jesús. Amén.
Escrito por Fabrizzio Ponce.