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Devocionales

Amar a los demás como Dios lo hace no es fácil. De hecho, es probable que conozca a alguien en su vida al que se le ha hecho difícil. Y tal vez incluso eres una de esas personas. Si soy honesta, sé que yo lo he sido.

 

En un momento de mi vida, fui negativa y egocéntrica. Mi incapacidad para ver y agradecer las cosas buenas de mi vida hizo que la gente se alejara de mí cuando más las necesitaba. Es agotador estar cerca de alguien que es negativo todo el tiempo, especialmente cuando parece no querer escuchar nada positivo o alentador. La verdad es que aquellas personas con las que es difícil estar cerca son a menudo las que más necesitan ser amadas y que se les muestre el amor de Dios.

 

La Biblia nos dice que debemos amarnos unos a otros porque Dios nos amó primero. No debemos fingir que amamos a los demás sino amar genuinamente. Cuando realmente nos deleitamos y nos honramos unos a otros, elegimos amar como lo hizo Jesús. (Lea 1 Juan 4:19, Romanos 5:8 y Romanos 12:9-10).

 

Dios es la personificación del amor. Este amor genuino es la forma en que otros sabrán que somos sus seguidores. Debemos amar a los demás porque Dios nos ama, y al amar como Él lo hizo, acercaremos a otros a Él (1 Juan 4:7-12).

 

Los dones espirituales y los talentos que Dios te ha confiado fueron diseñados para trabajar en conjunto con el amor de Dios. No son para nuestra edificación personal sino para la edificación del cuerpo de Cristo para la gloria de Dios. Cuando tratamos de operar nuestros dones y talentos sin amor, no seremos fructíferos.

 

Si pudiera hablar todos los idiomas del mundo y de los ángeles pero no amara a los demás, yo solo sería un metal ruidoso o un címbalo que resuena. Si tuviera el don de profecía y entendiera todos los planes secretos de Dios y contara con todo el conocimiento, y si tuviera una fe que me hiciera capaz de mover montañas, pero no amara a otros, yo no sería nada. Si diera todo lo que tengo a los pobres y hasta sacrificara mi cuerpo, podría jactarme de eso; pero si no amara a los demás, no habría logrado nada. (1 Corintios 13:1-3 NTV)


Uno de los roles principales que tenemos como seguidores de Jesucristo es permitir que Su Espíritu Santo nos haga más como Él. Amar a los demás como Él los ama es una gran parte de eso.

 

El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia. (1 Corintios 13:4-7)

 

Esta descripción de cómo es amarnos unos a otros es característica de quién es Jesús y cómo nos ha amado y tratado. Es paciente y amable. No es celoso, jactancioso, orgulloso ni grosero. Jesús no exige su propio camino. Él no está irritable y no lleva registro de nuestros pecados. No se alegra de la injusticia, sino que se regocija cuando gana la verdad. Jesús nunca se da por vencido con nosotros, nunca pierde la fe, siempre tiene esperanza y siempre persevera.

 

Padre Dios, quiero ser más como Jesús en todo lo que hago. Ayúdame a amar a los demás y a verlos como tú los ves. Ayúdame a amar a los demás de tal manera que los lleve a venir a Ti para recibir Tu amor perfecto por ellos. Que tu amor sea evidente en todo lo que digo y en todo lo que hago. En el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Jessica Teed


 

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Devocionales

Más bien, entréguense a Dios, y hagan lo que a él le agrada. Romanos 6:13


La persona que tiene un corazón de adorador se rinde y se entrega sin condición al Señor. Cuando verdaderamente adoras a Dios estás agradándole. La esencia de la adoración es ofrecerte a Él.

 

El acto de entrega personal puede significar; consagración, tomar la cruz, dejar que Cristo gobierne tu vida, morir al yo; sin embargo, no importa cómo le llames, sino que se haga un compromiso real en tu vida. Dios quiere toda tu vida, sólo es 100% es suficiente.


Un ingrediente importante de la entrega es la confianza. Jamás podrás entregarte a Dios si no confías en Él; pero no podrás confiar en Él hasta que lo conozcas mejor. Algunas veces el miedo es una barrera que impide que te entregues, en 1 Juan 4:18 dice, en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. Cuanto más te das cuenta que Dios te ama, más fácil te resultará entregarte.


Dios es amoroso y libertador, cuando te entregas a Él obtienes libertad, no esclavitud. En el momento que decides entregarte a Jesús descubres que Él es tu Salvador, un hermano y amigo incondicional.


La entrega total se demuestra mejor con la obediencia. Debes responder afirmativamente en cualquier cosa que Dios te pida. El ejemplo perfecto de la entrega personal es Jesús. Él se entregó al plan de Dios sin excusas e hizo solo la voluntad del Padre.


La auténtica entrega dirá: Padre si este dolor, problema, circunstancia, enfermedad son necesarios para cumplir tu propósito en mi vida, dame la fortaleza para seguir adelante.


Hoy puedes entregarle todo a Dios, tu pasado, tus conflictos, tus metas, sueños, debilidades, temores. Deja que Cristo conduzca tu vida No tengas temor. Si el Señor tiene el control, podrás enfrentarlo todo.


Oración

Padre, muchas gracias por tu amor, tu fidelidad y tu grandeza. Hoy te pongo en tus manos mi vida, mis problemas, mis miedos, porque sé que Tú me sostendrás. Ayúdame a obedecerte y a entregarme por completo a ti, en el nombre de Jesús amén.

 


 

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“Sed santos, porque yo soy el Señor tu Dios”. -Levítico 20:7


Muchos se sentirían algo incómodos con la idea de que pudiéramos ser santos.


Creo que casi todos vemos la santidad como un atributo reservado para Dios; sin embargo, en el libro de Levítico, Dios llama a su pueblo a ser santo.

 

Para mi, es casi imposible entender la santidad de Dios. Su santidad es todo lo contrario de lo que yo soy y lo que sé.


Es claro, eso sí, que Dios no está buscando hombres y mujeres perfectos. Él no nos pide que construyamos grandes monumentos en su honor; lo que busca en nosotros es gente que le brinde reverencia en sus corazones y en sus estilos de vida.


Dios quiere personas en las que Él pueda establecer su morada, con las que pueda hablar y caminar; personas en quienes Él pueda trabajar y transformar.


En definitiva, Dios busca hombres y mujeres que estén dispuestos a vivir apartados del mal. Eso es santidad.


Oración

Señor, yo sé que Tu entiendes mis defectos, porque tu me creaste, pero también sé que eres santo y asombroso, y que tus propósitos para tu gente son muy superiores a lo que yo podría soñar o imaginar. Perdóname por las veces que me he alejado de ti. Inclino mi corazón y mis rodillas a ti, y reconozco que eres mi Señor. Has en mi los cambios que debas hacer. En el nombre de Jesús, amén.

Escrito por Terry Meeuwsen, Club 700

 


 

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“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:1-2 

 

Hace unos días fui a una reunión donde nos pusieron un video sobre un padre que empujaba una silla de ruedas, muy cansado y agotado, dando todo de si, pero eso no le importaba, porque en esa silla estaba su hijo postrado que no podía caminar, el joven irradiaba una cara de felicidad porque tenia el apoyo de alguien que lo amaba y creía en él y lo empujaba hacia la meta sea como sea, no llego primero, no llego último pero llegó y terminó el camino trazado.

 

Nosotros debemos seguir siempre hacia adelante, pase lo que nos pase, porque solo Dios es ese Padre que siempre va a estar ahí empujándonos hasta que lleguemos a la meta, sin importar lo cansado que este, o que siempre cometamos los mismos errores, o que siempre busquemos otros afanes y dejarlo, el nunca nos dejará porque quiere que culminemos lo que empezamos.


Ese padre amaba a su hijo con toda su alma, y no lo iba a dejar sin cumplir su sueño, nosotros en nuestro corazón tenemos muchos sueños, tenemos un llamado de Dios y a la vez cumplir una meta ¿Qué estamos haciendo para seguir adelante? ¿Tenemos realmente lo ojos puestos en Jesús? O nuestros ojos están puestos en nuestros problemas y en nuestras limitaciones.


Oración:

Señor, perdóname si mis ojos no han estado puestos en ti, si mi mirada, mis pies, mi corazón se han desviado, pero hoy Señor quiero seguir caminando hacia la meta, seguir mi carrera, pero solo si tu estás empujando mi silla, porque se que solo no podré llegar a ningún lado. Gracias Señor. Amén.

Escrito por Rosario Guerrero para CBN

 


 

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Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre. Salmos 117:2

 

Te has preguntado si realmente eres fiel a Dios, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda.

 

Porque Dios es fiel con nosotros siempre porque somos su creación, Él nos ama, está pendiente de cada cosa que hacemos, de cada cosa que sucede, esperándonos siempre con los brazos abiertos, como un Padre con su hijo que haga lo que haga nunca dejará de ser su hijo, ni de amarlo y nosotros ni cuenta nos damos de ello.


Dios tiene un corazón misericordioso, inmensamente grande para perdonar todo lo que hagamos, siempre y cuando nos arrepintamos y regresemos a sus brazos.


Como hijos que tanto le amamos, que tanto somos fieles a Él y le demostramos nuestra fidelidad, detengámonos un momento y reflexionemos, hoy es el día de entregarle a Dios nuestro corazón totalmente, y empezar un nuevo camino, buscando ser fieles a Él, a Su Palabra, a Sus promesas, a esperar Su bendición en Su tiempo y en Su momento.


Oración

Señor, ayúdame a ser fiel, a no dejarme llevar por cosas externas, si no siempre estar a tu lado con todo mi corazón, para que todas las cosas me vayan bien y recibir tu bendición. Amén.

 


 

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“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:14

 

Si buscamos en el diccionario la palabra humillación, encontramos que es la acción y efecto de humillar o humillarse, herir el amor propio o la dignidad, abatir el orgullo.

 

También, se refiere a un acto y una emoción; es el acto de devaluar injustamente a un individuo o a un grupo por parte de otros que tienen el poder de conseguirlo. La humillación es además la emoción que surge cuando la víctima toma consciencia de que dicha devaluación ha tenido lugar.

 

Francamente, no entendía cuando Dios habla de humillación; si Dios es amor y mi padre celestial nos es un Dios transgresor a su palabra, Él no es injusto y tampoco va a querer dañarnos moralmente.

 

Pero gracias a Dios, su palabra no se refiere a ello; en este caso, humillación viene del hebreo KHAUNNA que significa doblar rodillas ante aquel que merece toda gloria y honra; es asimismo la virtud de reconocer nuestras faltas, que somos seres humanos débiles y que fallamos cada momento.

 

En el libro de Crónicas, se nos motiva a doblar nuestras rodillas para invocar su precioso nombre y se enseña que la única forma de buscar el rostro de Dios es de rodillas. No hay otra forma de encontrarlo.

 

Añade algo muy importante y puntual: que es necesario que haya un cambio. No sólo es cuestión de doblar rodillas y orarle a Dios, sino como consecuencia de esa acción, tiene que haber una transformación real en nosotros, dejar de hacer todo lo malo que hacemos y como resultado de ello, viene la promesa de que el mismo Dios nos escuchará, pondrá atención a nuestra súplica, a nuestro clamor y actuará en nuestras vidas. Es más, perdonará nuestros pecados, nuestros malos caminos y traerá sanidad a nuestra tierra. ¡Preciosa promesa de Dios!

 

Oración

Señor perdóname por no humillarme ante ti día a día, por dejar pasar los días sin buscar tu rostro, tu perdón y tu restauración. Te pido, amado Dios, que me levantes como una persona de oración, que descubra el deleite el estar en tu preciosa y dulce presencia. En el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Elena Mesías para CBN

 


 

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“Moisés le dijo: -Si no vas a acompañarnos, no nos pidas que salgamos de aquí”. Éxodo 33:15 (Traducción en Lenguaje Actual)


Cuando aprendí la historia bíblica sobre José, el hebreo, durante mi niñez en una iglesia, quedó grabado en mi mente un concepto que parecía ser fundamental.

 

La frase “más Jehová estaba con José, y fue varón próspero…” , de Génesis 39:2, se pegó en mi mente (y sobre todo en mi corazón) como prueba de una señal inquebrantable.


Los escritores bíblicos marcaron la presencia de Dios con José durante sus momentos más difíciles, como cuando fue llevado como esclavo a la casa de Potifar y cuando estuvo encerrado en la cárcel.


Fue tan fuerte esa presencia en la vida de ese hombre, que aún muchos años después, el escritor del libro de Hechos vuelve a mencionar que José fue vendido por sus hermanos, pero que Dios estuvo con él y lo libró de todas sus tribulaciones (Hechos 7:9-10).


Esa historia me impresiona. No logro imaginar todas las angustias, dolor, resentimiento, soledad y crisis emocionales que pudo haber sufrido un joven que fue rechazado por sus hermanos y alejado de su casa, su familia y su país. Sin duda, la presencia de Dios marcó la diferencia.


Más adelante, otra historia de la Biblia, insiste en la importancia de contar con la presencia de Dios.


Moisés, que tenía el reto de conducir al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida, no se atrevió a emprender ni un solo plan sin antes asegurarse de que Dios iría con él.


En lo personal, cuando estoy por iniciar un nuevo reto, una decisión o un nuevo empleo, y cuando paso momentos de tensión o dificultades, levanto mi voz al cielo y le pido a Dios que venga conmigo.


Definitivamente, la presencia de Dios debe acompañarnos. Buscarla es algo que te corresponde a ti a mi.


Oración:

Señor, no hay nada que pueda hacer si tu presencia no está conmigo. Mis propias fuerzas, mis intentos, mis conocimientos y mi intelecto son limitados, así que clamo hoy a ti, para que estés conmigo, como estuviste con José y como estuviste con Moisés. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Alexis Chacón Valverde para CBN

 


 

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“Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres, maravillados, decían: ¿Qué hombre es este, que aún los vientos y el mar le obedecen?” Mateo 8:26b, 27


Dios está buscando algo con cada uno de nosotros, y hasta que lo consiga, ¡nuestras vidas pueden ser bastante tormentosas!

 

No me malinterpretes. Dios no está sentado en el cielo tirando relámpagos a nuestros talones, tratando de que caminemos correctamente. A veces interpretamos los tratos de Dios como algo negativo e injusto, pero todos debemos entender que Dios siempre está en proceso de refinarnos y consagrarnos como sus hijos e hijas, formándonos a su misma imagen.


En ocasiones pensamos que Dios está impaciente, pero no es así. Él se entristece por nuestros caminos testarudos, deja que tomemos decisiones y nos mira desde la distancia con compasión y corazón quebrantado. Anhela que reconozcamos que somos indefensos y perdidos sin Él.


Cuando empezamos a ver la sabiduría de Dios en nuestra vida, puede tomar un tiempo e incluso una vida entera antes de que entendamos que Dios usará cualquier cosa.


He aprendido en mi propia vida, que la parte difícil es usualmente “la guerra de voluntad”, donde ocurren las batallas más intensas. ¡Cómo deseamos tener el control!, mientras Dios nos quiere traer paz a cada tormenta que ocurre en nuestro ser y que le permitamos calmar la tempestad con su voz.


Suelta las riendas de tu vida para que Él te pueda llevar a los valles de calma donde las aguas corren profunda y calladamente, y se encuentra paz luego de la tormenta.


Oración

Señor, aún en medio de cualquier tormenta, quiero confiar en ti. No dejes de mirarme con compasión si mis pensamientos son pura duda y mis actitudes no son las correctas. Es difícil sostenerse en pie en medio de la tormenta, pero si estás conmigo lo lograré. En el nombre de Jesús. Amén.

Missey Butler. Escritora invitada. Editado por CBN

 


 

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“Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.” Génesis 28: 12 RV60.


El ser humano cuando contempla el cielo es invitado a jugar con su imaginación, se han escrito tantas cosas, películas, canciones, proyectos, en fin no cesa la producción en la búsqueda de lo que nos parece inalcanzable.


Si vemos el amanecer nuestra alma se llena de esperanza al ver surgir la luz, y los atardeceres nos muestran lo majestuoso y creativo que es nuestro Dios, la noche invita al descanso, pero un cielo estrellado o con una luna plateada nos llama a velar y el pensamiento vuela y nos preguntamos cómo pudiera tocar el cielo con mis manos, ¿será cierto todo lo que dicen del cielo?


Al leer a un niño esta historia de la Biblia, me detuve porque me preguntó, ¿es verdad que existe una escalera? , le contesté mira dice que es alguien que soñaba, y que ángeles subían y bajaban, pero te puedo asegurar que hay un camino que nos lleva al cielo, y dijo muéstramelo, le leí Juan 14:6 donde Jesús afirma que Él es el camino, mi amiguito me dijo, pero ¿cómo una persona puede ser un camino?, entonces tuve que explicarle todo el sacrificio que hizo Jesús para permitirnos entrar a la Casa de nuestro Padre Celestial, y que “El camino” fue hecho por él y que lleva su nombre, muy inquieto me dijo ¿el camino, me lleva a la escalera? Le dije si aceptas a Jesús en tu corazón, empiezas a caminar en su camino y con los ojos del amor verás la escalera por la cual paso a paso vas a conocerlo. ¿Y entraré al cielo, de verdad? Si, sin duda, Jesús lo prometió porque de ustedes es el reino de los cielos, está bien entendí dijo mi amiguito y sujetándome la mano me dijo: ¿Cómo lo acepto?


Hicimos una corta oración y luego me abrazó y dijo yo pensaba que era difícil entrar al cielo, hoy ya voy de camino, gracias.


Oración: Dios mío, dame un corazón de niño para que con la sencillez de ellos, pueda creer en tus promesas, y transitar por este camino hacia ti, en el nombre de Jesús, amén.

 

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Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del Señor!” –Jonás 2:9


Pase lo que pase en el transcurso de tu vida El Señor siempre cumple las promesas que te hace, porque todo puede pasar, todo, pero su palabra no pasará.


Cuenta una amiga, que hace algunos años, se quedó sin nada. Lo perdió todo, menos el amor de Dios. Cayó en una profunda depresión ya que por todo lo que había luchado durante toda su vida, se había esfumado.


Al mirar atrás no había nada; al mirar adelante tampoco había nada. Estaba un poco grande como para empezar a luchar de nuevo. Por su edad muchas puertas se cerraban; entonces cayó muy bajo.


Lo más increíble es que ahí en esa oscuridad en la que se hallaba podía sentir la presencia de Dios y podía escuchar su voz, dándole sus promesas y su mano para levantarla, ya que ella no podía levantarse por sí sola. Todo se había ido, hasta las fuerzas.


Comprendió que debía reposar en Dios. Hoy puede compartir que todas las promesas que Dios le había hecho se han ido cumpliendo y todo lo que había perdido lo ha recuperado y aún más.


Oración:

Señor, gracias porque aún en los momentos más oscuros de nuestras vidas tú estás ahí, brindándonos tu amor, tu paz, tu mano y tus promesas. Señor, no permitas que mi desánimo, desesperanza, dolor y tristeza me ensordezcan y no pueda oír tus promesas.

Escrito por Patricia Chaves para CBN

 


 

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