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Devocionales

Cuando tenía cuatro años, levanté un crayón azul y un pedazo pequeño de papel, y escribí: “El Señor es bueno”. Con entusiasmo de niño, corrí para entregar este mensaje importante para quien iba dirigido… mi papá.

 

Lo encontré ocupado con una taza de café en su mano, el periódico debajo del brazo y de prisa para salir a su trabajo. Recuerdo que corrí a él tan rápido como pude, jalé de su pantalón e insistí que me diera toda su atención. Con amor, él se detuvo e inclinó para tomar el papel de mi mano.

 

Recuerdo que abrió la nota, su boca mostró una media sonrisa. Me acarició la cabeza, dobló la nota y la metió en su billetera. Esto sucedió hace más de cincuenta años, y ese papel especial aún permanece hasta este día doblado dentro de la billetera de mi papá. Claro, ya con el tiempo no se ve igual, pero las letras todavía están legibles, y más importante aún el mensaje detrás de las palabras.


Muchas veces me pregunto cuántas veces mi padre recuerda el mensaje de Dios dado por su pequeña hija y su crayón azul. ¿No es gracioso como pequeños momentos de la vida pueden ser tan marcados en nuestras memorias, como impresiones profundas y duraderas?

 

Mi precioso padre ahora está al cuidado de un hogar de ancianos y lo visito con frecuencia. Todavía puedo ver esa maravillosa media sonrisa de vez en cuando. Me acuerdo de la promesa de Dios que lo que inició en mi padre lo terminará fielmente. Todas las semillas que fueron sembradas dentro de la tierra del corazón de mi papá siempre producirán una cosecha de gozo en el tiempo perfecto de Dios.

 

¿Tienes un familiar o ser amado por quién estás orando para que llegue a conocer al Señor?

 

Motívate querido amigo, el Señor “ES” bueno, y no decepcionará a quienes son firmes en sus oraciones y fe.

 

Así que no pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que él ha prometido. Hebreos 10:35-36 NVI.


 

¿Puede Dios cambiar tu vida? 

Dios ha hecho posible que lo conozcas y experimentes un cambio asombroso en tu propia vida. Descubre cómo puedes encontrar la paz con Dios. También puedes enviarnos tus peticiones de oración. 

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Devocionales

“Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”, Apocalipsis 5:8. 

 

Piensa por un momento en algo que te guste oler. ¿Será un pastel recién horneado, el aroma del café, o quizás el olor del césped recién cortado? Cada uno puede identificar olores que nos dan gusto. 

  

¿Alguna vez has considerado que hay un aroma que agrada a Dios? Leamos la Biblia y veamos lo que encontramos ahí. 

 

En Éxodo 30 nos habla sobre un altar dorado y el incienso que se quemaba sobre él. En este altar, Aarón debía quemar el fragante incienso diariamente. Al final del versículo 35 dice: “un incienso perfumado, bien mezclado, puro y santo”. Este debía ser considerado santo para el Señor y usado sólo para este propósito. La palabra hebrea para el perfume es “getoreth”, y significa incienso o perfume, pero también “dulce humo de sacrificio”. 


Apocalipsis 5:8 nos dice el significado del incienso: “Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”. Entonces, el incienso que quemaba Aarón continuamente señalaba las oraciones que ofrecemos a Dios. Nuestras oraciones, como el incienso deben ser bien mezcladas, puras y santas. Son el humo dulce del sacrificio y es aroma agradable a Dios.
 

 

Nuestras oraciones siempre deben ser ofrecidas con un sentido de reverencia y asombro ante Dios. Deben ser puras y venir del corazón que anhela agradarle y seguir sus mandamientos. Muchas veces serán un sacrificio, en especial cuando oramos de acuerdo con la voluntad de Dios en lugar de nuestros propósitos. 


Nuestras oraciones sirven para llevar nuestra propia voluntad a la del Padre. Cuando lo hacemos glorificando a Jesús y buscando los caminos del Padre, son un incienso fragante para el Señor.
 

 

Oración 

Señor, que mi oración llegue delante de tu presencia como un incienso de olor fragante, santo y agradable a ti. En el nombre de Jesús. Amén. 

Escrito por Leah Adams. Escritora invitada 

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Devocionales

“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta” – Salmos 63:1

¿Qué tipo de vida es satisfactoria? Usualmente pensamos que si marcamos una diferencia en este mundo nuestras vidas tendrán sentido y propósito. Eso es bueno y cierto, pero no se trata de que hagamos bien la labor, aunque sea importante; o que ayudemos a alguien, lo cual es vital y nos hace sentir bien. Esto no es satisfacción completa. Más bien, es cuando agradamos a nuestro Padre Celestial en lo que sea que hagamos o digamos. Nuestro propósito es glorificar al Padre.

 

¿Hoy oramos y tuvimos comunión con el Señor? ¿Leímos su Palabra para obtener perspectiva para nuestro caminar espiritual? Si no lo hacemos, no creceremos en las cosas del Señor. Si no bebemos del río de la vida que es Jesús, no seremos de mucho uso para otros, ni para nosotros mismos.


En una reciente predicación, el predicador nos exhortó diciendo: “¿Tienen sed? ¿Está vacío?” Todos necesitamos ser refrescados en el Señor.


Mi ser interno anhela al Dios viviente. “Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?”


He decidido darle una cubeta a Dios para que me llene y para que me haga rebosar. No quiero más sequía, ni seguir los ademanes de ser cristiana. Quiero ser como un niño al jugar en la lluvia, sintiéndose refrescado.


“Hacia ti extiendo las manos; me haces falta, como el agua a la tierra seca.” Salmos 143:6


Vamos al río de Dios y pasemos tiempo de calidad con Él. Bebamos hasta quedar satisfechos. Jesús dijo que si teníamos sed, solo Él podía satisfacer ese deseo de nuestras almas.


“Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed –respondió Jesús –, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” Juan 4:13-14.


Oración:

Señor, llena mi vida con tu presencia, con tu Espíritu y con tu amor. Quiero buscar de ti y conocer tu voluntad. Ayúdame a que cada día pueda agradarte. En el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Cathy Irvin para CBN

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