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Devocionales

La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús. Filipenses 2:5


Para llegar a ser siervo, debes pensar como un siervo. El Señor se interesa más en por qué hacemos las cosas que en lo que hacemos.  Una característica especial de los siervos es que piensa y se enfocan más en otros que en ellos mismos. Significa que la vida del siervo es dedicada a los demás.

 

El mejor ejemplo de siervo fue Jesús, Él se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos, Filipenses 2:7. No puedes ser siervo si estás lleno de ti mismo.

 

Los siervos son como mayordomos, no como dueños.  También recuerdan que todo le pertenece al Señor y que deben ser fieles a Él. En 1 Corintios 4:2 dice, Ahora bien, el que recibe un encargo debe demostrar que es digno de confianza.

 

El siervo piensa en su trabajo, no en lo que los demás hacen. No compara, critica, ni compite con otros siervos o ministerios. Se mantiene ocupado con el trabajo que Dios con el trabajo que Dios le asignó. Los verdaderos siervos confían en Dios y continúan sirviendo.

 

La identidad del siervo está basada en la de Cristo. Los siervos piensan en el ministerio como una oportunidad, no como una obligación.  Además disfrutan al ayudar a las personas y lo hacen con amor y regocijo.  Un gran ejemplo fue cuando Jesús lavó los pies de sus discípulos. Dios quiere usarte, empieza hoy a pensar como un verdadero siervo.

 

Oración: Padre, muchas gracias por tus maravillosas enseñanzas que me guían en tus caminos.  Ayúdame a tener la mentalidad de un verdadero siervo. Dame pasión, entrega y amor para servir a los demás. Hoy quiero seguir tu ejemplo y hacer tu perfecta voluntad, en el nombre de Jesús, amén.

 


 

¿Puede Dios cambiar tu vida? 

Dios ha hecho posible que lo conozcas y experimentes un cambio asombroso en tu propia vida. Descubre cómo puedes encontrar la paz con Dios. También puedes enviarnos tus peticiones de oración. 

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Devocionales

“Porque toda la ley de Dios se resume en un solo mandamiento: Cada uno debe amar a su prójimo, como se ama a sí mismo”. Gálatas 5:14 

 

El amor hacia el prójimo no comienza con una emoción o un sentimiento, porque pueden ser pasajeros, sino con decisión y acción. 

  

Cuando le brindas ayuda a una persona realizas un acto de amor que te llenará de mucha satisfacción, siempre y cuando lo hagas con pasión, sin interés, con entrega y sin esperar nada a cambio. 


Hay muchas maneras en las que puedes ser de gran bendición para las personas que te rodean; por ejemplo, con un saludo, un abrazo, un consejo, una oración por sus necesidades, e incluso con una sonrisa. Las pequeñas demostraciones de afecto, pueden hacer grandes cambios en la vida de otros.
 


Muchos piensan que el prójimo es sólo la persona que es cercana afectivamente o que ven a diario, como un familiar o el vecino de al lado. Sin embargo, el prójimo es todo aquel que te rodea, puede ser tu amigo, el indigente que ves en la calle o tu enemigo. No importa quién sea, Dios te manda a amarlo.
 


“Amados hijos míos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios, y conoce a Dios”, enseña 1Juan 4:7.
 


Recuerda, siempre que tengas la oportunidad de ayudar a una persona, aunque parezca algo pequeño o simple, no dudes en hacerlo. Sentirás gran gozo dentro de tu corazón.
 


Oración
 
Señor, gracias por tu palabra que me enseña a crecer cada día más y que me guía por el mejor camino, que eres Tú. Te pido que me ayudes a amar a mi prójimo, incluso a quienes me han hecho daño. Hoy quiero ser de bendición para la vida de otras personas que necesitan de tu inmenso amor, en el nombre de Jesús, amén. 

Escrito por Esther Baldelomar para CBN 

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Devocionales

“Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano…” Lucas 18:11 

  

Eran las siete de la mañana y lo pasé cuando iba camino al trabajo. Casi dije en voz alta: “Gracias Señor que no soy como ese hombre”. Estaba agradecido que no era acosado por el alcohol, como él parecía estarlo. 

  

Mientras daba clases ese día, no podía concentrarme. Aquel hombre seguía en mi mente y me preguntaba: ¿Debí detenerme y ofrecerle transporte hacia su casa? ¿Habría hecho una diferencia un par de minutos? 

  

Me sentía miserable. No podía almorzar. Pasé orando todo el día para que mi actitud no fuera como la del fariseo que dijo: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano” (Lucas 18:11). Luché con la similitud entre nosotros. 

  

Cuando regresaba a casa esa tarde y pasé por el lugar donde ese hombre había estado, me detuve y en mi mente podía verlo caminando desequilibradamente. Sentí tanta culpa. Él debió haber sabido que no tenía que tomar tanto. Mis ojos estaban fijos sobre la acera vacía, imaginaba la escena como si fuera una película y quería decirle al Señor que editara esta escena del filme. 

  

¿Si hubiera parado a ayudarle? Tal vez me habría visto un colega y tendría vergüenza. Recordé entonces la historia bíblica del hombre que fue robado y dejado por muerto y que el sacerdote y el levita no se detuvieron a ayudarle (Lucas 10:30-37). 

  

Esa mañana perdí una oportunidad de mostrar compasión y convertirme en los brazos de Jesús para alguien necesitado. 

  

Traté de racionalizar que tenía compromisos por cumplir y que no tenía tiempo. Pero sabía la verdad: mi corazón indiferente no tuvo preocupación por un individuo necesitado. Ese día decidí que no volvería a ocurrir. Fui fariseo por un día y eso fue demasiado tiempo. Si no fuera por la misericordia de Dios, yo podría haber sido ese hombre caído en su propio hedor. 

  

Oración: 

Señor, no quiero caminar cada día e ignorar lo que sucede a mi alrededor. No quiero tener un corazón indiferente para quienes tienen más necesidad. Perdóname si lo he sido y dame la capacidad para mostrar siempre que tu amor está en mí. En el nombre de Jesús. Amén. 

Escrito por D. Leon Pippin 

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