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Devocionales

“Moisés le dijo: -Si no vas a acompañarnos, no nos pidas que salgamos de aquí”. Éxodo 33:15 (Traducción en Lenguaje Actual)


Cuando aprendí la historia bíblica sobre José, el hebreo, durante mi niñez en una iglesia, quedó grabado en mi mente un concepto que parecía ser fundamental.

 

La frase “más Jehová estaba con José, y fue varón próspero…” , de Génesis 39:2, se pegó en mi mente (y sobre todo en mi corazón) como prueba de una señal inquebrantable.


Los escritores bíblicos marcaron la presencia de Dios con José durante sus momentos más difíciles, como cuando fue llevado como esclavo a la casa de Potifar y cuando estuvo encerrado en la cárcel.


Fue tan fuerte esa presencia en la vida de ese hombre, que aún muchos años después, el escritor del libro de Hechos vuelve a mencionar que José fue vendido por sus hermanos, pero que Dios estuvo con él y lo libró de todas sus tribulaciones (Hechos 7:9-10).


Esa historia me impresiona. No logro imaginar todas las angustias, dolor, resentimiento, soledad y crisis emocionales que pudo haber sufrido un joven que fue rechazado por sus hermanos y alejado de su casa, su familia y su país. Sin duda, la presencia de Dios marcó la diferencia.


Más adelante, otra historia de la Biblia, insiste en la importancia de contar con la presencia de Dios.


Moisés, que tenía el reto de conducir al pueblo de Israel hacia la Tierra Prometida, no se atrevió a emprender ni un solo plan sin antes asegurarse de que Dios iría con él.


En lo personal, cuando estoy por iniciar un nuevo reto, una decisión o un nuevo empleo, y cuando paso momentos de tensión o dificultades, levanto mi voz al cielo y le pido a Dios que venga conmigo.


Definitivamente, la presencia de Dios debe acompañarnos. Buscarla es algo que te corresponde a ti a mi.


Oración:

Señor, no hay nada que pueda hacer si tu presencia no está conmigo. Mis propias fuerzas, mis intentos, mis conocimientos y mi intelecto son limitados, así que clamo hoy a ti, para que estés conmigo, como estuviste con José y como estuviste con Moisés. Te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Alexis Chacón Valverde para CBN

 


 

¿Puede Dios cambiar tu vida? 

Dios ha hecho posible que lo conozcas y experimentes un cambio asombroso en tu propia vida. Descubre cómo puedes encontrar la paz con Dios. También puedes enviarnos tus peticiones de oración. 

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Devocionales

“Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta” – Salmos 63:1

¿Qué tipo de vida es satisfactoria? Usualmente pensamos que si marcamos una diferencia en este mundo nuestras vidas tendrán sentido y propósito. Eso es bueno y cierto, pero no se trata de que hagamos bien la labor, aunque sea importante; o que ayudemos a alguien, lo cual es vital y nos hace sentir bien. Esto no es satisfacción completa. Más bien, es cuando agradamos a nuestro Padre Celestial en lo que sea que hagamos o digamos. Nuestro propósito es glorificar al Padre.

 

¿Hoy oramos y tuvimos comunión con el Señor? ¿Leímos su Palabra para obtener perspectiva para nuestro caminar espiritual? Si no lo hacemos, no creceremos en las cosas del Señor. Si no bebemos del río de la vida que es Jesús, no seremos de mucho uso para otros, ni para nosotros mismos.


En una reciente predicación, el predicador nos exhortó diciendo: “¿Tienen sed? ¿Está vacío?” Todos necesitamos ser refrescados en el Señor.


Mi ser interno anhela al Dios viviente. “Tengo sed de Dios, del Dios de la vida. ¿Cuándo podré presentarme ante Dios?”


He decidido darle una cubeta a Dios para que me llene y para que me haga rebosar. No quiero más sequía, ni seguir los ademanes de ser cristiana. Quiero ser como un niño al jugar en la lluvia, sintiéndose refrescado.


“Hacia ti extiendo las manos; me haces falta, como el agua a la tierra seca.” Salmos 143:6


Vamos al río de Dios y pasemos tiempo de calidad con Él. Bebamos hasta quedar satisfechos. Jesús dijo que si teníamos sed, solo Él podía satisfacer ese deseo de nuestras almas.


“Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed –respondió Jesús –, pero el que beba del agua que yo le daré, no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” Juan 4:13-14.


Oración:

Señor, llena mi vida con tu presencia, con tu Espíritu y con tu amor. Quiero buscar de ti y conocer tu voluntad. Ayúdame a que cada día pueda agradarte. En el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Cathy Irvin para CBN

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