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Devocionales

“Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” Mateo 7:23.

Escrito por Katia Salame. Escritora invitada.

Fue un día como cualquier otro, pero por algún motivo estaba muy alegre. Cuando llegué al lugar donde trabajo abrí mi cartera para sacar mi carnet, pero no lo encontré.

Sin embargo, me acerqué a la caseta del guardia y dije: “Buenos días”. La respuesta que recibí fue: “¿Quién es usted?”. Le sonreí y dije mi nombre. El guarda sólo me miraba y preguntó: “¿Alguien de esta oficina podría identificarla?”.
 
Estaba segura de que el guarda me reconocía, pero ante su insistencia seguí de buen genio y le di la extensión de mi compañera más cercana; nadie respondió. El guarda no me quería dejar pasar y empecé a frustrarme. Quería decirle: “¡Usted sabe que trabajo aquí!”, pues hace poco le había hecho un favor, pero me quedé callada.

Hacía unos días, en una tarde lluviosa vi una bufanda atascada en un árbol dentro de la propiedad donde trabajamos. Pensé que era muy hermosa y que debía pertenecerle a alguien de la oficina. La rescaté y la llevé donde el guarda. Él estaba muy contento ya que era un regalo que le había dado su esposa. “Gracias por salir en el aguacero a traérmela”, dijo, “le debo un gran favor”.

Pero mientras esperaba que me dejara entrar, vino a mi mente otro pensamiento: ¿Cómo sería la seguridad en la entrada al cielo? ¿Realmente me merezco poder entrar? ¿Qué pasaría si no tengo mi identificación o mi carnet para ingresar al cielo?

Al contrario de la situación en mi trabajo, en el cielo tengo una identificación firmada por Jesús mismo. No tendré que recordar esos “favores”, porque cosas buenas no me van a dar el paso.

El día de este incidente en la puerta creí conocer al guarda por el favor que le había hecho, pero ¿realmente era así? –creo que no. Y ahora, ¿realmente conocemos a Jesús?

Oración

Oh Dios, por mucho tiempo he creído conocerte, pero reconozco que no ha sido así. No te conozco, no tengo una relación contigo, no te he buscado cada día de mi vida. Comprendo que te necesito. Perdona mis pecados para poder acercarme a ti. Transforma mi vida y ayúdame a tener una nueva relación contigo, como tu hija, y conocerte de verdad. En el nombre de Jesús. Amén.

 

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