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Devocionales

“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!”. Filipenses 4:4.

De toda la gente que he conocido alrededor del mundo, encuentro que un factor común en la mayoría es su deseo de ser felices. Todos quieren vivir contentos, sin responsabilidades y en paz. La ironía es que muchas de las cosas que creemos que nos darán felicidad son las mismas que nos causan estrés. ¿Cómo podemos vivir con alegría con todo lo que el mundo nos tira encima?

 

El apóstol Pablo aprendió el secreto gracias a muchos altibajos en su vida. Es importante recordar que Pablo estaba encadenado en una prisión romana cuando escribió las siguientes palabras: “Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!” (Filipenses 4:4).

 

¡Nos dice dos veces que debemos regocijarnos! Parece claro que Pablo está enfatizando su punto. De hecho, en todo el libro de Filipenses, Pablo utiliza términos para hablar del gozo 19 veces. Si Pablo puede decirlo con tanta certeza desde una oscura prisión, debe haber encontrado fuerza sobrenatural; pero ¿cómo?

 

Los versículos 6 y 7 de Filipenses capítulo 4, encierran el secreto de la fortaleza de Pablo: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y a sus pensamientos en Cristo Jesús”. ¿Qué le estresa? ¿Qué cosas en su vida son muy difíciles de manejar? Pablo nos dice que lo pongamos a los pies de Dios y ver como Él le llena de paz.

 

Es interesante que Pablo distinga entre la oración y súplica. Debemos estar en comunión con Dios “orando sin cesar” (1° Tesalonicenses 5:17). El ruego contiene las peticiones específicas que le damos a nuestro Padre Celestial y la oración es la base de la relación diaria con Dios, que nos permite tener un corazón agradecido por lo que Él hace por nosotros.

 

Quizás estés pensando: “he estado en oración y le pedí ayuda a Dios, pero aún lucho con tener paz.” Con los versículos 8 y 9 podemos tener una guía. Son verdades que debemos meditar a diario. ¿En qué estás enfocado? ¿En los problemas o en las cosas que Pablo nos indica en este pasaje? Estos son atributos que Jesús tiene, ¡enfócate en Él!

 

Oración:
Señor Dios quiero enfocar mi vida en lo que realmente es importante, en lo que me acerca a ti; ayúdame a tomarme de tu mano y no me dejes; que no me aparte de tus mandamientos y cumpla tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.

Escrito por Jon Micah Sumrall. Cantante principal del grupo Kutless

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Devocionales

Yo soy la vid, y ustedes son las ramas el que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. San Juan 15:15 (NVI)


La Palabra de Dios nos menciona el fruto del Espíritu Santo como un todo, pero en realidad se divide en nueve frutos. Él espera que este fruto se desarrolle en nuestras vidas y solo permaneciendo en la vid y guardando su palabra llevaremos mucho fruto.


Los primeros tres son: amor, gozo y paz y se refieren a sentimientos y actitudes que son parte de Dios. Como hijos debemos de imitar a nuestro Padre andando en amor y disfrutando de su paz y gozo. 1 Corintios 13 (RV60)


Los segundos frutos son: paciencia, benignidad y bondad, y nos enseñan como debemos de ser con las demás personas, y a tener paciencia y bondad aún con los que no se lo merecen.  


El tercer grupo que son: fe, mansedumbre y templanza o dominio propio. Recordemos que todo esto lo produce el Espíritu Santo en nosotros si se lo permitimos y tienen que ver con la forma en que nos conducimos en nuestra vida espiritual. Cuando tenemos duda, miedo, tristeza, falta de perdón, juicio, impaciencia, estos frutos nos hacen permanecer firmes haciendo lo correcto.


Es importante entender que hasta la semilla más pequeña crece, dando frutos.  Cuanto más nosotros si le permitimos al Espíritu Santo llenarnos y equiparnos de estos frutos para agradar a Dios.


Romanos 8:6 cita: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. El anhelar el fruto del Espíritu Santo nos permite parecernos a nuestro Dios y permanecer en su palabra gozando de toda esta gama de frutos que nos benefician a nosotros para tener una vida cristiana victoriosa.


Oración

Señor, anhelo ser lleno del Espíritu Santo para parecerme más a ti.

 

Escrito por: Angelina Gómez Corrales

 

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Devocionales
“Que, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9 (RV60)

El Salmo 32 nos describe la experiencia de un hombre que pasó por el proceso de callar su pecado y sentir la dicha de ser perdonado, cuando lo confesó. Y como lo expresa el título, podemos ver lo dichoso o bienaventurado que es el hombre que ha sido perdonado, no solo porque su pecado es borrado sino porque ya Dios no lo culpa de iniquidad, y en su espíritu ya no hay engaño. Vs.2

Este salmo nos narra el proceso que tuvo este hombre cuando calló su pecado: se envejecieron sus huesos, se fue debilitando, su corazón gemía por dentro, noche y día sentía la mano de Dios que pesaba sobre él. Vss 3-4. Hasta que confesó su pecado y ya no encubrió más su falta. Vs.5

Resumiendo, veamos las recompensas para el hombre que teme al Señor: Hay un tiempo específico para buscar al Señor y hallarlo; nos promete que en la prueba nos guardará de la angustia; nos hará entender y enseñará el camino por donde debemos andar. También nos exhorta a no ser como el caballo o como el mulo, que tienen que ser sujetados para que obedezcan. Vss.6-7-9

Es motivo de gozo, alegría y alabanza a Dios, poder disfrutar de la dicha de ser perdonados porque sus frutos son paz y bendición. Tenemos un Salvador que llevó nuestros pecados en la cruz. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. El Espíritu Santo nos invita a acercarnos al trono de gracia, donde el Señor siempre nos recibirá con perdón y misericordia, y promete enseñarnos el camino.

Oración
Padre, gracias porque la sangre de Jesucristo, tu Hijo, me limpia de todo pecado. 1 Juan 1-7b

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN
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