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Devocionales

“Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”, Apocalipsis 5:8. 

 

Piensa por un momento en algo que te guste oler. ¿Será un pastel recién horneado, el aroma del café, o quizás el olor del césped recién cortado? Cada uno puede identificar olores que nos dan gusto. 

  

¿Alguna vez has considerado que hay un aroma que agrada a Dios? Leamos la Biblia y veamos lo que encontramos ahí. 

 

En Éxodo 30 nos habla sobre un altar dorado y el incienso que se quemaba sobre él. En este altar, Aarón debía quemar el fragante incienso diariamente. Al final del versículo 35 dice: “un incienso perfumado, bien mezclado, puro y santo”. Este debía ser considerado santo para el Señor y usado sólo para este propósito. La palabra hebrea para el perfume es “getoreth”, y significa incienso o perfume, pero también “dulce humo de sacrificio”. 


Apocalipsis 5:8 nos dice el significado del incienso: “Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos”. Entonces, el incienso que quemaba Aarón continuamente señalaba las oraciones que ofrecemos a Dios. Nuestras oraciones, como el incienso deben ser bien mezcladas, puras y santas. Son el humo dulce del sacrificio y es aroma agradable a Dios.
 

 

Nuestras oraciones siempre deben ser ofrecidas con un sentido de reverencia y asombro ante Dios. Deben ser puras y venir del corazón que anhela agradarle y seguir sus mandamientos. Muchas veces serán un sacrificio, en especial cuando oramos de acuerdo con la voluntad de Dios en lugar de nuestros propósitos. 


Nuestras oraciones sirven para llevar nuestra propia voluntad a la del Padre. Cuando lo hacemos glorificando a Jesús y buscando los caminos del Padre, son un incienso fragante para el Señor.
 

 

Oración 

Señor, que mi oración llegue delante de tu presencia como un incienso de olor fragante, santo y agradable a ti. En el nombre de Jesús. Amén. 

Escrito por Leah Adams. Escritora invitada 

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Devocionales

Porque son una nación privada de consejo, y no hay en ellos inteligencia. Ojalá que fueran sabios, que comprendieran esto, Que comprendieran su futuro. Deuteronomio 32:28-29

 

Uno de los problemas más grandes de nuestros días, es que tenemos una generación que no ha aprendido a discernir entre el bien y el mal. Son enviados desde su niñez a adquirir información a las escuelas, pero los principios y valores morales que deberían de recibir de sus padres están ausentes; no respeta límites, ni autoridades, no pide ni acepta consejos.

 

Adquieren información de un sin fin de medios a su alcance, que determinan lo que es correcto o incorrecto, dependiendo de la moda vigente, la cual invita a los indecisos a conformarse al criterio de las mayorías, lo cual determinara su conducta…y también su futuro. No hay reflexión, ni sabiduría o consejo que los ayude a comprender el fin de sus decisiones.

 

¿Qué pasa con la recomendación bíblica: “…No traspases los linderos antiguos. Que pusieron tus padres…” (Pr. 22.28)? Parece que no tienen cabida. Muchos aceptan la noción equivocada, que todo lo nuevo es mejor, sin considera la valides del argumento.

 

Este día pidamos la sabiduría que no viene por si sola; sino la que viene de lo Alto, es momento de volver el camino que dejamos por la vereda. Y decirle al Señor “ayúdanos a escuchar tu voz, a considerar tus caminos y descubrir tu propósito en nuestras vidas…”

 

Porque el SEÑOR da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia.
Proverbios 2:6

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