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Devocionales

“¿Realmente crees que Jesús resucitó de entre los muertos?” dijo John en la hora del café de la iglesia. Esta pregunta fue como un rayo que electrificó mi mente, dado que no lo había conocido antes. Supe de inmediato que Dios me estaba hablando directamente a mí, como a un compañero luchador con dudas y problemas de fe, para animar a John y reforzar lo que el Señor me estaba revelando mientras recibía respuestas sobre temas difíciles de fe.

 

Así comenzó una relación ungida de un año, estimulante, desafiante y a veces estresantemente matizada en conversaciones sobre temas como: ¿existe la vida después de la muerte, la creencia en un cielo bíblico, termina la vida con la muerte cerebral y los escritores de la Biblia exageraron los logros de Jesús y los apóstoles? Dios me estaba haciendo compartir, aunque de manera imperfecta, la sabiduría, consuelo y dirección que había recibido del Señor en mis propios momentos de “Tomás el incrédulo”.

 

Sin embargo, estos maravillosos momentos de descubrimiento conjunto terminaron cuando el Señor me llamó a servir en el reino en la Universidad Regent. Dos semanas antes de nuestra última reunión de la hora del café, John hizo una pregunta que no esperaba escuchar. Dijo: “Gary, nuestras conversaciones son realmente alentadoras, y sería de gran ayuda si pudieras escribir tus respuestas para que pueda reflexionar sobre ellas más tarde”.

 

Mi primer pensamiento fue: “¿No te das cuenta de que estoy en medio de una mudanza?” pero supe en mi corazón que esto era un momento de “ministerio de interrupciones” para llevar las cargas del otro en amor, así que dije que sí y me puse a trabajar escribiendo hasta tarde en la noche después de completar las tareas de la mudanza. Mi esposa hizo la pregunta lógica: “¿Por qué estás perdiendo el sueño en este momento, no puede esperar hasta el próximo mes?” pero algo en mi espíritu dijo: “Esto no puede esperar”. Avancemos rápidamente dos semanas, y le envié a John una carta de 10 páginas a espacio sencillo resumiendo las respuestas a las preguntas apologéticas que discutimos.

 

John luego me llamó dos semanas más tarde y dejó un mensaje de voz que nunca olvidaré. “Gary, realmente lo hiciste por mí, amigo mío, esta carta es de gran ayuda”. Avancemos otras dos semanas, luego recibí una llamada telefónica de la hermana de John, quien me agradeció por ayudar a John y enviar la carta, ya que repetidamente dijo que las palabras fortalecieron su fe. Fue seguido por la noticia que me sacudió hasta lo más profundo: John había fallecido pacíficamente dos días antes, después de cortar el césped de sus padres.

 

Supe al instante la razón de la urgencia de escribir la carta. John estaba siendo preparado para el cielo, y no había tiempo que perder.

 

La belleza de Dios es que Él es el experto en eficiencia, maestro en que todo nuestro dolor, dudas y sufrimientos nunca se desperdicien (1 Corintios 15:58).

 

Dios me dio el privilegio de vivir 2 Corintios 1:1-4, Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que podamos consolar a otros. Cuando están afligidos, podremos darles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros. Podemos animar a nuestros compañeros incrédulos, ayudar en su incredulidad (Marcos 9:24) iluminando intelectualmente las marcas de los clavos, las cicatrices y las marcas de la lanza en nuestro Señor resucitado y decir como Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28)

 

Cuando, si el Señor lo permite, entre en el paraíso, ¡creo que John será uno de los primeros santos en recibirme! Esta poderosa experiencia reforzó la necesidad de que todos escuchemos los impulsos de Dios y compartamos nuestro dolor. ¡A Dios sea la gloria!

Escrito por GARY E. ROBERTS

 


 

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Devocionales

Nunca te dejaré desamparado. Hebreos 13:5

 

En tu relación con Dios algunas veces puedes sentir que no estás cerca de Él. El punto de adoración más profundo es cuando alabas al Señor en medio de tu dolor, también cuando le agradeces por una prueba, cuando confías en Él durante una tentación, cuando aceptas el sufrimiento y lo amas aunque parezca distante.

 

La amistad se prueba con el distanciamiento y el silencio; esto quiere decir que Dios promete que jamás te dejará; sin embargo, no promete que siempre sentirás su presencia.

 

En algunos momentos Dios se ocultará de ti, parecerá como si Él desapareciera completamente de tu vida. Este es un proceso normal de la maduración y la prueba de tu amistad con Dios.  Todos los cristianos pasan por esta situación, una o varias veces. Es bastante dolorosa y desconcertante, pero es vital para que tu fe crezca.

 

Recuerda que la omnipresencia de Dios y la demostración de su presencia son dos cosas muy distintas. Una se basa en un hecho y la otra en un sentimiento. El Señor siempre está presente aunque no te des cuenta y su presencia es muy profunda para medirla con emociones.

 

Realmente, Dios quiere que sientas su presencia, pero es más importante que confíes en Él aunque no lo sientas. A Dios le agrada tu fe, no los sentimientos.

 

Oración: Amado Padre, gracias porque sé que escuchas mi oración y jamás me abandonas. Ayúdame a confiar plenamente en ti, a dejar todas mis aflicciones en tus manos. Guíame para entender que trabajas en mi vida cuando siento que no estás, en el nombre de Jesús, amén.

 


 

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“En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia”. Proverbios 17:17 (RV 60) 

 

En Marcos 2:1-12 encontramos la historia de cuatro hombres cargando a un paralítico en su lecho. Su meta era llevarlo hasta la casa donde estaba predicando Jesús. El lugar estaba completamente lleno de gente de modo que no se podía entrar. 

 

Ellos hicieron cálculos para saber dónde estaba Jesús y haciendo un hueco en el techo, lo bajaron hasta ponerlo a los pies del maestro.  Su fe era inquebrantable, querían ver a su amigo sano. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”. Tanto el enfermo como los presentes no esperaban esa respuesta. Pero el Señor vio en este hombre la urgente necesidad de salvación y perdón primeramente, y no lo que se veía a simple vista. Acto seguido, también lo sanó, porque el Hijo de Dios tiene poder para sanar y para perdonar todo pecado.  

 

Hay algo muy importante que rescatar en este pasaje, estos cuatro amigos llevaron al paralítico al lugar correcto con la persona correcta. Su fe traspasó obstáculos hasta ver a su amigo sano, y el enfermo salió de ahí con doble bendición: salvo, perdonado, con el milagro de su sanidad y cargando su lecho, glorificó a Dios.  

 

Cuántas personas están hoy paralizadas por diferentes circunstancias, esperando un hombro que las cargue, una mano que las levante, una palabra de aliento, una oración ferviente para juntos, ver la gloria de Dios en sus vidas. 

 

Oración: 

Padre celestial, gracias por tu fidelidad. Hazme sensible a las necesidades de las personas que me rodean. Compasivo y misericordioso con los que están pasando alguna dificultad y ayúdame a compartir el amor que has derramado en mi corazón por el Espíritu Santo. Amén 

 

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Autor: Angelina Gómez Corrales 

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Devocionales

Tú, mi Dios, te haces amigo de aquellos que te honran, y les das a conocer tu pacto. Salmo 25:14

 

La Biblia enseña acerca de dos personajes que disfrutaban de una amistad íntima con Dios, sus nombres eran Adán y Eva; sin el pecado y el temor gozaban y se deleitaban en Dios y Él con ellos. En el momento que cayeron en pecado, la relación ideal que tenían con el Señor se estropeó.

 

Cuando tienes a Cristo en tu corazón, tu salvación está asegurada por Jesús y el Espíritu Santo que vive en ti, y puedes llegar a ser amigo de Dios. El Señor te creó para que vivas continuamente en su presencia y puedas tener una amistad íntima con Él.

 

La amistad con Dios se fortalece cuando compartes lo que vives con Él. Dios desea ser más que una cita en tu agenda. El Señor quiere que le incluyas en cada actividad que realices, en tus conversaciones, en tus problemas e incluso en tus pensamientos.

 

Cultivas la amistad con Dios al compartir experiencias: desafíos, alegrías, tragedias, momentos buenos y malos.; sin embargo, es imposible que puedas ser amigo del Señor si no entiendes lo que te dice. No puedes amarlo si no lo conoces y no puedes conocerlo sino estudias su palabra.

 

No es necesario que pases las 24 horas del día leyendo la Biblia, pero si reflexionar lo que hayas aprendido de tu lectura. Conocer y amar a Dios es un privilegio. Dios se complace en conocerte y amarte. Dios no espera que seas perfecto, pero sí que seas completamente sincero con Él.

 

Oración
Señor, gracias por amarme y brindarme tu amistad. Ayúdame a conocerte cada día más y a construir una verdadera amistad contigo, en el nombre de Jesús, amén.

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