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Devocionales

El Increíble Hulk se ha convertido en uno de los superhéroes más populares por sus poderes de fuerza extrema. Sin embargo, Hulk es en la ficción un muchacho sencillo y común, del que nadie sospecharía nada especial en su conducta. Hasta que algo lo hace enojar. Allí empieza una mutación que en pocos segundos termina transformando al sencillo y común muchacho en una criatura grande, verde y musculosa. Hasta ahí no parecería tan mal, pero…

 

¡Pobre hombre verde! Jamás pudo controlar su enojo. Quizás tiene la razón para enojarse, pero el descontrol que hace estando enojado es tal, que cuando vuelve en sí (al muchacho de siempre) le da vergüenza ver con sus ojos el daño que causó.


El enojo es un sentimiento que nace cuando nos ocasionan una injusticia, cuando nos dan una mala noticia, cuando lo que deseamos no es posible, y en algunas situaciones más.


El enojo es una emoción que no hay que ocultar, pero si debemos controlar. El enojo no es peligroso mientras puedas manejarlo.


La Biblia dice en Proverbios 14:29: “El sabio domina su enojo: pero el tonto no controla su violencia”


¿De qué manera puedes dominar tu enojo?


Pon tu enojo a los pies de Jesús. Cuéntale cómo te sientes en voz alta. Él te entenderá, tomará tu enojo, y a cambio te entregará su paz. Efesios 4:31 dice: “Dejen de estar tristes y enojados. No griten ni insulten a los demás, al contrario, sean buenos y compasivos unos con otros, y perdónense así como Dios los perdonó a ustedes” Sácate el enojo como si te estuvieras quitando un saco muy pesado. Quítatelo y entrégaselo a Jesús. Perdona a tu ofensor tantas veces como sea necesario. No vivas una vida triste y amargada como la de Hulk, mejor sé imitador del mejor superhéroe de todos los tiempos: Jesús.

Escrito por Karina Núñez

 


 

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Devocionales

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:14

 

Si buscamos en el diccionario la palabra humillación, encontramos que es la acción y efecto de humillar o humillarse, herir el amor propio o la dignidad, abatir el orgullo.

 

También, se refiere a un acto y una emoción; es el acto de devaluar injustamente a un individuo o a un grupo por parte de otros que tienen el poder de conseguirlo. La humillación es además la emoción que surge cuando la víctima toma consciencia de que dicha devaluación ha tenido lugar.

 

Francamente, no entendía cuando Dios habla de humillación; si Dios es amor y mi padre celestial nos es un Dios transgresor a su palabra, Él no es injusto y tampoco va a querer dañarnos moralmente.

 

Pero gracias a Dios, su palabra no se refiere a ello; en este caso, humillación viene del hebreo KHAUNNA que significa doblar rodillas ante aquel que merece toda gloria y honra; es asimismo la virtud de reconocer nuestras faltas, que somos seres humanos débiles y que fallamos cada momento.

 

En el libro de Crónicas, se nos motiva a doblar nuestras rodillas para invocar su precioso nombre y se enseña que la única forma de buscar el rostro de Dios es de rodillas. No hay otra forma de encontrarlo.

 

Añade algo muy importante y puntual: que es necesario que haya un cambio. No sólo es cuestión de doblar rodillas y orarle a Dios, sino como consecuencia de esa acción, tiene que haber una transformación real en nosotros, dejar de hacer todo lo malo que hacemos y como resultado de ello, viene la promesa de que el mismo Dios nos escuchará, pondrá atención a nuestra súplica, a nuestro clamor y actuará en nuestras vidas. Es más, perdonará nuestros pecados, nuestros malos caminos y traerá sanidad a nuestra tierra. ¡Preciosa promesa de Dios!

 

Oración

Señor perdóname por no humillarme ante ti día a día, por dejar pasar los días sin buscar tu rostro, tu perdón y tu restauración. Te pido, amado Dios, que me levantes como una persona de oración, que descubra el deleite el estar en tu preciosa y dulce presencia. En el nombre de Jesús. Amén.

Escrito por Elena Mesías para CBN

 


 

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Devocionales

El Señor es excelso, pero toma en cuenta a los humildes y mira de lejos a los orgullosos. Salmo 138:6 (NVI)

 

Naamán fue un general valeroso del ejército de Siria, varón grande delante de su rey; pero leproso. 2 Reyes capítulo 5. (RV60). Por ese tiempo bandas armadas de Siria habían llevado cautiva a una muchacha de Israel, que ahora servía a la mujer de Naamán. Esta le dijo a su señora que en su país había un profeta que podía sanar a su esposo de la lepra. 

 

Con permiso del rey, este general se dirigió a la casa del profeta Eliseo, y estando a la puerta, le fue enviado un mensaje: “Ve y lávate siete veces en el río Jordán y tu carne se te restaurará y serás limpio”. (2 Reyes 5:10). 

 

Naamán se fue enojado porque decía para sí: “Me recibirá, invocará a su Dios, levantará su mano, me tocará y sanaré”. Con estos y otros razonamientos se retiró del lugar. Fueron los criados quienes lo convencieron; y dejando atrás su orgullo se sumergió siete veces en el Jordán, quedando completamente limpio de su lepra y su piel restaurada como la de un niño. 

 

En conclusión, el orgullo es como una lepra interior que sin darnos cuenta contamina todo nuestro ser y nos impide acercarnos a Dios. Además, es un obstáculo para alcanzar el propósito que Él tiene para cada uno de nosotros. Si reconocemos que en nuestro corazón hay orgullo, podemos acercarnos al Señor con humildad, arrepentirnos, pedir perdón, ser libres y restaurados. “Él, es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9 No hay pecado que la sangre de Jesús no pueda limpiar. 1 Juan 1:7 

 

Oración: 

Padre Celestial, te necesito y si hay orgullo en mi corazón que me impide acercarme a ti, me arrepiento y te pido perdón. Hoy recibo a Jesús como mi Señor y Salvador personal.  Lléname con tu Santo Espíritu, en el nombre de Jesús. Amén. 

 

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Por Angelina Gómez Corrales para CBN 

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Devocionales

Caminando por un frondoso bosque, escuchando el canto de los pájaros, el sonido de las aguas y sintiendo la suave caricia de los reflejos del sol en mi rostro, medito en el amor. Pero ¿qué es el amor? Algunos dicen que es un sentimiento vivo, deseando todo lo bueno, algo intenso, no palpable, pero perceptible.

 

Increíblemente, todo el mundo necesita esa manifestación de amor. Dios es la esencia del amor, puro y perfecto, con los más grandes actos de entrega y bondad sin límites, todo lo cual la mente humana no logra medir en su plenitud. Es de ahí que la respuesta a lo que es el amor; ¡Jesús es el Dios del amor!

 

A él no le importa de qué camino pecaminoso vengas, cuántas veces tus pies hayan resbalado o qué tan sucia esté tu ropa. La Biblia habla de una mujer que tenía fama de pecadora. Ella sabía que Jesús estaba en casa del fariseo, y ella se presentó en necesidad, se arrojó a sus pies y lloró. Jesús perdonó sus pecados, dándole una nueva oportunidad. El Apóstol Pablo también enfatiza en limpiarse y salvarse para presentarse ante Jesús; teniendo cuidado del peligro de ser engañados falsamente y desviados del compromiso.

 

2 Corintios 11:2-3 NVI “El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura. 3 Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y[b] sincero con Cristo.”

 

El Señor habla de un cambio de vida y de estar llenos de su amor que cubre los pecados y echa fuera todo temor. ¿Habría alguna área que se haya visto afectada en su vida? ¿Has dejado de creer en el amor? Mientras lees este devocional, expresa lo que sientes y cómo está tu corazón. Deja que el amor de Dios entre y te llene para que te renueve y te transforme.

 

Apocalipsis 3:20 NVI “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.”

 

En CBN Guatemala servimos y oramos todos los días por todas las personas que nos llaman. Entendemos de la manifestación del amor de Jesús y que Él está llamando a la puerta de cada uno de sus corazones. Unos aceptando y otros rechazando el amor del Señor a causa del engaño y el pecado. La oración abre una comunicación con Jesús y le da la oportunidad de entrar en sus vidas y que experimenten el perdón y la misericordia. Las personas que han sido sanadas, liberadas y restauradas dan testimonio del amor fiel de Jesús, que las llamó a su luz admirable. ¡Es un tiempo glorioso porque la puerta está abierta para todos los que creen en Jesús y necesitan su amor!

 

Jesús te está extendiendo sus lazos de amor y sus hilos de misericordia. Si quieres responder, te invito a hacer conmigo esta oración: “Señor Jesús, te pido perdón por una forma de vida que no te gusta.

Me arrepiento de mis pecados y te reconozco como mi único y suficiente Salvador. Hoy abro la puerta de mi corazón y te pido que entres y te quedes conmigo. Llévame y no me sueltes. Gracias por tu amor incondicional y por haber escrito mi nombre en el Libro de la Vida. Amén.”

 

¡Jesús, la Puerta del Amor!


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Autora: Gloria Azañón se unió a CBN Guatemala hace un año y trabaja como representante de la línea de oración. Conoció a Jesús hace 30 años, experimentó su misericordia y amor fiel, y mostró a sus 6 hijos el camino a Jesús. Sirven al Señor como una familia, sus 7 nietos alaban y aman al Señor.

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Devocionales

Es algo que todos queremos, pero muchos nunca encuentran: amor genuino. A nuestro alrededor podemos ver una búsqueda interminable de amor. Lo buscamos en todas partes: en nuestros hogares y familias, amistades, relaciones de noviazgo, matrimonio y religión. Pero ¿qué es el amor y dónde podemos ir para encontrar un amor duradero para nuestras vidas?

 

¿Qué es el amor?

 

El amor a menudo se describe en términos de sentimientos. Pero el amor verdadero, lo que los escritores del Nuevo Testamento llamaron amor ágape, no se basa en absoluto en los sentimientos. El amor ágape puede cambiar tu vida y liberarte. Y todo comienza con una decisión que debes tomar.

 

El amor ágape es una decisión de considerar las necesidades de los demás antes que las propias… de vivir sacrificadamente… de dar sin exigir nada a cambio… de pasar por alto una ofensa. Sobre todo, el amor ágape es una decisión de recibir y responder al amor de Dios. Porque todos nuestros esfuerzos por amar a los demás no darán fruto a menos que estemos respondiendo a Su amor. Como dice la Biblia, “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

 

Por lo tanto, nuestra comprensión del amor comienza con quizás el versículo más citado en la Biblia, Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.”

 

Esto es lo que la Biblia llama “nacer de nuevo” o “nacer de lo alto”. En esta experiencia de nuevo nacimiento, Dios te revela Su increíble amor. Este milagro producirá en ti una nueva naturaleza que te permitirá amar a los demás como nunca antes, independientemente de su respuesta a tu amor.

 

El nuevo nacimiento es sólo el comienzo. Para crecer en el amor debemos seguir recibiendo el amor y el perdón de Dios (ver Lucas 7:47). Escuchemos la oración del apóstol Pablo por los cristianos de Éfeso: “para que vosotros, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo”. que sobrepasa a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios: (Efesios 3:17B-19).

 

No solo necesitamos estar “arraigados y cimentados” en el amor de Dios por nosotros, también necesitamos una comprensión cada vez mayor de Su amor por nosotros.

 

A medida que experimentemos el amor de Dios y respondamos con amor, seremos transformados a su imagen. También estaremos cumpliendo Su mayor mandamiento: amar a Dios y al prójimo (Marcos 12:29-31). Este amor debe inevitablemente desbordarse en acciones (1 Juan 3:13). En última instancia, el testimonio verificable de nuestro amor mutuo demostrará al mundo que somos verdaderamente discípulos de Jesús (ver Juan 13:34).

 

Si bien el amor ágape no se basa en sentimientos, los sentimientos de amor a menudo seguirán verdaderas expresiones de amor. A medida que nuestras vidas comiencen a demostrar el “fruto del Espíritu”: (amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio), nuestro estado emocional sin duda cambiará para mejor. Pero no debemos buscar las emociones En cambio, busque primero Su reino y “todas estas cosas nos serán dadas” (Mat. 6:33).

 

Superando las Barreras al Amor

 

Incluso con una comprensión del amor, a menudo nos resulta difícil superar las barreras al amor. Estas barreras a menudo surgen de nuestras experiencias en el pasado: las heridas, los rechazos y las decepciones que nos dejaron incapaces de dar o recibir amor verdadero.

 

La clave para superar las barreras del pasado se puede resumir en una palabra: perdón. Al pedir perdón a quienes hemos ofendido, comenzando por Dios, y luego perdonando a quienes nos han ofendido, superamos el ciclo de la amargura y entramos en el reino del amor ágape de Dios.

 

Nuestros propios deseos egoístas (orgullo, envidia, celos y presunción) a menudo nos separan del verdadero amor de Dios. Esta barrera del yo sólo se puede superar mediante el arrepentimiento, apartándose del pecado y pidiendo perdón a Dios por los deseos y acciones egoístas. A medida que nos humillamos ante el Señor y recibimos Su perdón, encontraremos la libertad de mirar más allá de nuestras propias necesidades y alcanzar a quienes nos rodean.

 

Encontrar el amor verdadero

 

La búsqueda del amor comienza con nuestra relación con Dios. Si buscas el amor verdadero, ábrete a Aquel que te ama más que nadie en el mundo entero. Dios te amó tanto que entregó a su único Hijo, Jesús. Llama a Jesucristo ahora. Permítele que te alcance y te toque con el amor ágape que viene del corazón de Dios. Arrepiéntete y pídele perdón y recíbelo con fe (Romanos 10:13; 1 Juan 1:8-9; Juan 1:12). Pídele a Jesús que te bautice (te llene) con el Espíritu Santo (Lucas 11:13).

 

A medida que crece en su fe, permita que Dios revele Su gran amor por usted todos los días. Luego, acérquese de manera práctica a quienes lo rodean: familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, y de ese modo demuestre el amor que ha recibido de Dios.

 

Finalmente, ora y pídele a Dios que te llene de una nueva comprensión del amor: “Padre, creo que me amas. La Escritura dice que puedo amarte porque tú me amaste primero. Te agradezco por tu amor. Llena mi corazón más que antes con tu amor. Lléname del Espíritu Santo y del amor. Ayúdame a crecer en Tu amor y déjame mostrar Tu amor a las personas que me rodean. Gracias Padre. En el nombre de Jesús. Amén.”

 

La palabra de Dios sobre el amor

 

“Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios; y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto el amor de Dios fue manifestado en nosotros, que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él. En esto consiste el amor, no en que nosotros amemos a Dios, sino en que Él nos amó y envió a Su Hijo en propiciación por nuestros pecados Amados, si Dios nos amó así, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1 Juan 4:7-11).

 

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“Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano…” Lucas 18:11 

  

Eran las siete de la mañana y lo pasé cuando iba camino al trabajo. Casi dije en voz alta: “Gracias Señor que no soy como ese hombre”. Estaba agradecido que no era acosado por el alcohol, como él parecía estarlo. 

  

Mientras daba clases ese día, no podía concentrarme. Aquel hombre seguía en mi mente y me preguntaba: ¿Debí detenerme y ofrecerle transporte hacia su casa? ¿Habría hecho una diferencia un par de minutos? 

  

Me sentía miserable. No podía almorzar. Pasé orando todo el día para que mi actitud no fuera como la del fariseo que dijo: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres: ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano” (Lucas 18:11). Luché con la similitud entre nosotros. 

  

Cuando regresaba a casa esa tarde y pasé por el lugar donde ese hombre había estado, me detuve y en mi mente podía verlo caminando desequilibradamente. Sentí tanta culpa. Él debió haber sabido que no tenía que tomar tanto. Mis ojos estaban fijos sobre la acera vacía, imaginaba la escena como si fuera una película y quería decirle al Señor que editara esta escena del filme. 

  

¿Si hubiera parado a ayudarle? Tal vez me habría visto un colega y tendría vergüenza. Recordé entonces la historia bíblica del hombre que fue robado y dejado por muerto y que el sacerdote y el levita no se detuvieron a ayudarle (Lucas 10:30-37). 

  

Esa mañana perdí una oportunidad de mostrar compasión y convertirme en los brazos de Jesús para alguien necesitado. 

  

Traté de racionalizar que tenía compromisos por cumplir y que no tenía tiempo. Pero sabía la verdad: mi corazón indiferente no tuvo preocupación por un individuo necesitado. Ese día decidí que no volvería a ocurrir. Fui fariseo por un día y eso fue demasiado tiempo. Si no fuera por la misericordia de Dios, yo podría haber sido ese hombre caído en su propio hedor. 

  

Oración: 

Señor, no quiero caminar cada día e ignorar lo que sucede a mi alrededor. No quiero tener un corazón indiferente para quienes tienen más necesidad. Perdóname si lo he sido y dame la capacidad para mostrar siempre que tu amor está en mí. En el nombre de Jesús. Amén. 

Escrito por D. Leon Pippin 

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Devocionales

Imagina el lugar más hermoso que jamás hayas visto. ¿Son las montañas rojas de Sedona? ¿El azul celeste del Pacífico cuando golpea contra los afloramientos rocosos? ¿O tal vez campos resplandecientes con los increíbles colores de las flores de primavera? 

  

¿Te das cuenta de que incluso el palacio de un rey, incomparablemente lujoso con magníficos adornos de plata y oro, marfil y perlas, y arte y belleza exquisitos en cada detalle, palidece en comparación con el esplendor de la morada del Rey de reyes? 

   

¡Mira, el hogar de Dios está ahora entre su pueblo! Vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos. Él quitará todas sus penas, y no habrá más muerte, ni pena, ni llanto, ni dolor. Porque el viejo mundo y sus males se han ido para siempre. Apocalipsis 21:3-4 

  

Tanto amó Dios al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16 

  

Este es el camino para tener vida eterna: conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, el que enviaste a la tierra. Juan 17:3 

  

La vida eterna puede ser tuya hoy. Una vez que eliges recibir el perdón de Cristo y seguirlo, puedes estar seguro de que tu destino es el cielo. Lo que Dios ha provisto nadie lo puede quitar. Deja que ese pensamiento te traiga paz mientras enfrentas las pruebas de hoy. Visita https://cbnlatino.com/hola para dar el cambio que estás buscando. 

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Devocionales

¿Por qué vino Jesús? ¿Fue simplemente para ser un ejemplo, uno imposiblemente perfecto en eso? ¿Cuál fue la Buena Nueva que predicó? ¿Por qué este buen hombre fue horriblemente ejecutado como un delincuente común? ¿Vino a cumplir un Plan divino? ¿Murió para mostrar el amor del Padre y volvió a vivir tres días después para dar vida eterna a cualquiera que aceptara su liderazgo? 

  

VERSÍCULOS DEL DÍA 

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha designado para predicar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán libres de sus opresores, y que ha llegado el tiempo del favor del Señor. 

Lucas 4:18 

  

Incluso yo, el Hijo del hombre, no vine aquí para ser servido, sino para servir a los demás, y para dar mi vida en rescate por muchos. 

Marcos 10:45 

  

“Cuando lleguemos a Jerusalén”, les dijo, “el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los maestros de la ley religiosa. Lo sentenciarán a muerte y lo entregarán a los romanos. Se burlarán de él, escupen sobre él, lo golpean con sus látigos y lo matan, pero después de tres días resucitará”. 

Marcos 10:33-34 

  

De la prisión y del juicio lo llevaron a la muerte. Pero ¿quién entre la gente se dio cuenta de que estaba muriendo por sus pecados, que estaba sufriendo su castigo? 

Isaías 53:8 

  

PROMESA DE DIOS  

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. 

Romanos 10:9 

 

PUNTO DE ACCIÓN 

Si estás convencido de que Jesús vino a morir para pagar por tus pecados, adelante, dale las gracias. Si tiene preguntas sobre su relación con Cristo, escribe un mensaje privado en nuestras redes sociales o visite: https://www.cbnlatino.com/hablemos 

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Devocionales

A veces, las personas más difíciles de perdonar somos nosotros mismos. El “si tan sólo” nos acosa, robándonos la paz y amontonándonos en la culpa. Llevamos alrededor de 1.001 heridas y tantos rencores que nos llenan de amargura. ¡Oh, ser limpiado y liberado, perdonar y ser perdonado! 

  

VERSÍCULOS DEL DÍA 

Vamos ahora, discutamos esto, dice el SEÑOR. “No importa cuán profunda sea la mancha de tus pecados, puedo eliminarla. Puedo dejarte tan limpio como la nieve recién caída. Incluso si estás manchado de rojo carmesí, puedo dejarte tan blanco como la lana”. 

Isaías 1:18 

  

Ha alejado de nosotros nuestras rebeldías, como el oriente del occidente. 

Salmo 103:12 

  

Deben tener en cuenta las faltas de los demás y perdonar a la persona que los ofende. Recuerda, el Señor te perdonó, así que debes perdonar a los demás. 

Colosenses 3:13 

  

Deshágase de toda amargura, rabia, ira, palabras ásperas y calumnias, así como de todo tipo de comportamiento malicioso. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así como Dios os perdonó a vosotros por medio de Cristo. 

Efesios 4:31-32 

  

PROMESA DE DIOS 

Si le confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de todo mal. 

1 Juan 1:9 

  

  

PUNTO DE ACCIÓN 

El poeta inglés Alexander Pope escribió: “Errar es humano, perdonar es divino”. Pídele a Dios hoy que te ayude a liberarte de tu carga de dolor e ira. Comience por aceptar el perdón de Dios y luego intente dárselo a alguien hoy. 

  

¡Discuta la lectura de hoy con otros en los comentarios de esta publicación, recuerde usar el hashtag #RetoCBN en sus redes sociales. 

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“Que, si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9 (RV60)

El Salmo 32 nos describe la experiencia de un hombre que pasó por el proceso de callar su pecado y sentir la dicha de ser perdonado, cuando lo confesó. Y como lo expresa el título, podemos ver lo dichoso o bienaventurado que es el hombre que ha sido perdonado, no solo porque su pecado es borrado sino porque ya Dios no lo culpa de iniquidad, y en su espíritu ya no hay engaño. Vs.2

Este salmo nos narra el proceso que tuvo este hombre cuando calló su pecado: se envejecieron sus huesos, se fue debilitando, su corazón gemía por dentro, noche y día sentía la mano de Dios que pesaba sobre él. Vss 3-4. Hasta que confesó su pecado y ya no encubrió más su falta. Vs.5

Resumiendo, veamos las recompensas para el hombre que teme al Señor: Hay un tiempo específico para buscar al Señor y hallarlo; nos promete que en la prueba nos guardará de la angustia; nos hará entender y enseñará el camino por donde debemos andar. También nos exhorta a no ser como el caballo o como el mulo, que tienen que ser sujetados para que obedezcan. Vss.6-7-9

Es motivo de gozo, alegría y alabanza a Dios, poder disfrutar de la dicha de ser perdonados porque sus frutos son paz y bendición. Tenemos un Salvador que llevó nuestros pecados en la cruz. “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. El Espíritu Santo nos invita a acercarnos al trono de gracia, donde el Señor siempre nos recibirá con perdón y misericordia, y promete enseñarnos el camino.

Oración
Padre, gracias porque la sangre de Jesucristo, tu Hijo, me limpia de todo pecado. 1 Juan 1-7b

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN
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