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Devocionales

Miré una película hace poco que empezaba con la frase: “Todo es un regalo del universo”.  Los no creyentes pueden agarrar a un clavo ardiendo cuando se trata de reconocer los poderes superiores, pero como cristianos sabemos que Dios a través de una relación con Jesucristo. Así que cuando esa cita fue persistente en mi mente mucho después de que la película terminó, me puse a pensar en Dios como el máximo dador de regalos y lo diferente que esos regalos se ven cuando sabemos lo que son y de dónde vienen.


Nosotros comúnmente pensamos en regalos cuando provienen de cumpleaños y ocasiones especiales. Si fuéramos a hacer una lista, la misma podría incluir el carro en la carretera con el gigante lazo rojo en él. El brazalete de diamantes  o incluso una tarjeta de felicitación llena de dinero en efectivo. ¿A quién no le gusta una pantalla tangible de afecto, sobre todo si era un poco caro? Yo te puedo decir una persona que no… Una mujer pequeña del sur que solía conocer y amar.


Mi madre fue la primera que me sacó de pensar como una chica material cada vez que una fiesta de regalos se acercaba. Para su cumpleaños, ella escribiría una lista de deseos corta. Un ítem en su lista era ser voluntaria en hacer la cena. Otra era que le diera un abrazo cada mañana antes que nos fuéramos de la escuela. Esas eran las cosas simples que ella anhelaba, y eso nos enseñó que las cosas con el valor más grande son usualmente las que no tienen una etiqueta de precio.


Cuando te pones a pensar a lo largo de esas líneas, la idea de Dios en ser el dador de dones no es algo lejano.  Y eso va más allá de los artículos de precio elevado de la vida como casarse o tener hijos. Si tú cuentas las pequeñas cosas, estas rodeado de pequeños regalos todos los días.


Algún día, desde la mañana hasta la noche, me gustaría que contaras tus bendiciones. Lleva contigo una pequeña libreta y escríbelos todos. Por ejemplo, hoy me levanté ligeramente sin ninguna alarma en mi caliente y cómoda cama “queen”. Ese es uno. Mi desayuno de crepas de almendras con crema de limón resultó perfectamente sabroso. Ese es otro. Un sabio, y maravilloso amigo llegó por una café mas tarde por la mañana. Esas son tres bendiciones en la primera hora, y ni siquiera he dejado mi casa todavía.


Ves a donde voy con esto? Si tú notas cada momento de felicidad en tu vida, verás que tú desenvuelves cientos de regalos a través de tu día.


El Rey Salomón entendió gozándose en las cosas pequeñas. Por supuesto, él tenía un gran reino con más juguetes para jugar con lo que nadie podría disfrutar en dos tiempos de vida, sin embargo, se apresuró a notar que se trataba de “vanidad” (Eclesiastés 1:2). En todo caso, encontró alegría en mucho de lo que cualquiera puede disfrutar.


Así que creo que debemos obtener tanto en la vida como nos sea posible. No hay nada mejor que disfrutar de la comida y la bebida y para pasar un buen rato. (Eclesiastés 8:15, NVI)


Sé feliz y disfruta comer y beber! Dios decidió hace tiempo que esto es lo que debes hacer. Vístete, arregla tu cabello, muestra lo mejor de ti. La vida es corta, y si amas a tu esposa, disfruta estando con ella. Eso es lo que se supone que debes hacer mientras luchas a través de la vida en esta tierra.


Parte de la decadencia del hombre es una predisposición al centrarse en lo negativo, y seamos realistas, ya hay suficiente de eso para como para seguir. Un mal minuto puede arruinar un día entero, pero como se vería estos si colectamos todo lo bueno y vemos como se sobre presenta lo malo? Solo las cosas pequeñas. Si necesitas inspiración, piensa en un personaje, María, desde el Sur de la Música. Cuando se trata de animar a los niños asustados Von Trapp durante una tormenta, ella canta acerca de sus cosas favoritas que incluyen las gotas de lluvia en las rosas y guantes de lana calientes. Es  simple a como los musicales se supone que son, pero el punto de la canción es encontrar la alegría en la simplicidad.


Todo es un regalo de Dios y saber que Él nos ama tanto nos lleva a nada menos que la gratitud y devoción profunda.

Escrito por Por Jennifer E. Jones

 

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