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Devocionales

Son las 2 de la tarde. Tengo una hora hasta que comience el programa de televisión Vive Más y tengo el privilegio de atender llamadas del ministerio de personas que quieren saber más de Jesús. Intento arrancar el auto y vuelvo a intentarlo con el mismo resultado. Pido una grúa, pero lleva tiempo. Ahora son las 3:00 p. m. y el programa ya comenzó. Me preocupa no poder atender las llamadas junto con el resto de mis compañeros de la oficina de México.

 

Finalmente, llega el camión. El chofer me dice que tengo que ir con él en la cabina. En ese momento, noté que tenía una estatua de la muerte en el panel de control del vehículo. En México, este tipo de práctica de culto es tristemente común.

 

En ese momento entendí que Dios tenía un propósito con ese incidente. Oré por sabiduría para presentar Su Palabra y comenzó una conversación. Al principio estaba muy tenso cuando le pregunté si era un seguidor de la muerte. Dijo que sí y quería saber cómo estaba.

 

Me contó su historia, sobre su trabajo hace unos años, cómo quedó atrapado en las drogas que consumía, cómo perdió a su mujer y a sus dos hijas a causa de su adicción y que había encontrado la estatua mientras desenterraba basura en el sótano donde un tío le permitía dormir. Estaba agradecido de haber superado la adicción y haber recuperado a su familia. Estuve en silencio durante mucho tiempo y presté atención a cada detalle. Sentí un interés genuino en el hombre. Sus ojos se llenaron de luz cuando habló de sus dos hijas. Era algo con lo que podía identificarme.

Todo lo atribuía a la muerte, pero también sabía que la imagen no tenía más poder que el que él le daba.

 

“Si tienes fe en esta botella de agua, pasarán cosas buenas porque tienes fe en ella”, explicó, muy seguro de sí mismo. Esa tarde, el tráfico era particularmente denso para un sábado. Nos dio tiempo para hablar.

 

Al escucharlo, pensé que su reacción era muy humana. ¿Cuántas veces hemos perdido la oportunidad de ver a Dios o reconocerlo buscando explicaciones propias? Podemos perder la bendición si nos enfocamos en un razonamiento que suena atractivo, pero que en realidad desvía la atención de Dios hacia nuestros propios deseos. (1 Corintios 10:1-18)

 

Pero no era el momento de reproches ni polémicas. Le pedí a Dios que me diera el amor y la Palabra que quería compartir con él. En ese momento, el Señor me trajo a la mente Romanos 10:17, donde dice que “…la fe es por el oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo” (NVI). Con esa porción, era mi turno de hablar.

 

Le expliqué que, en realidad, Dios había estado con él y se había acercado a él en el momento justo, por Su gracia. Le dije que de eso estaba seguro porque la Biblia lo explica claramente: “Nuestra ayuda está en el nombre del Señor, creador del cielo y de la tierra” (Salmo 124:8) No podemos dejar que nada le robe la Gloria a Dios. Después le pregunté cómo tenía su relación con su padre terrenal y me dijo que era muy mala.

 

Pero a los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hijos de Dios”, fue mi respuesta. Le dije que Dios lo amaba de una manera inmensamente mayor que el amor que tenía por sus hijas. y que había dado a su Hijo unigénito por él, que había sido pagado con la sangre de Jesús.

 

Ese día declinó amablemente mi invitación de recibir a Jesús en su corazón, pero prometió leer el libro de Lucas esa misma tarde. Con una batería nueva, mi auto arrancó. Le pedí a Dios que el corazón de ese hombre tuviera un reinicio al leer su Palabra.

 

Más tarde ese día, reflexionando sobre esta experiencia, me di cuenta de algo que quiero enfatizar. Hay dos formas de vivir la vida; uno, es ver la mano de Dios en todo, y el otro, es pasarlo por alto y atribuir sus bendiciones a otras cosas como las circunstancias, la suerte o el azar. Cuando le entregamos el control de nuestras vidas a Jesús, podemos esperar que Él siempre se tome en serio cada detalle, incluso cuando un automóvil deja de funcionar.

 

¿Qué tipo de vida estás viviendo hoy?

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Las Escrituras se citan de LA SANTA BIBLIA, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL®, NVI® Copyright © 1973, 1978, 1984, 2011 por Bíblica, Inc.® Usado con permiso. Todos los derechos reservados en todo el mundo.


Autor: Esteban Castro – CBN México – Director Nacional, Productor y Periodista

Esteban Castro es el director nacional de CBN México y productor senior de varias series de evangelización de CBN. En sus 18 años de servicio, Esteban ha contribuido a la producción de programas para audiencias de habla hispana, incluidos Club 700 Hoy, Mundo Cristiano, Vive Más y Vida Dura. Disfruta de las actividades al aire libre, la lectura y el tiempo en familia.


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