Devocionales

Una advertencia

“…tiempo de callar, y tiempo de hablar”. Eclesiastés 3:7b (RV60). Un leproso vino a Jesús rogándole e hincada la rodilla, le dijo: “Si quieres puedes sanarme”. San Marcos 1:40

Si nos ponemos a pensar detenidamente, vemos en estas palabras la humildad del leproso, no hizo una oración, ni un grito, simplemente le dio a Jesús el derecho de decidir y concederle su propia voluntad. Jesús, en su gran compasión no titubeo´ siquiera, sino que le contesto´: “quiero, sé limpio”, y tocándolo lo sanó”.

Después de darle ciertas instrucciones le hizo una fuerte advertencia: “No se lo digas a nadie”, vs.44. Pero él, al contrario, no hizo caso, sino que fue a publicarlo y a divulgar el hecho por todas partes, con la consecuencia de que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad y tenía que quedarse en lugares desiertos, debido a la gran oposición que se levantó a causa de este milagro. Comprendemos la alegría enorme que sentía este leproso, pero era más importante que siguiera la indicación del Sanador.

Tomando esta enseñanza para nuestra vida diaria, debemos tener cuidado porque, aunque contemos algo bueno, puede ser que no sea el tiempo, o el momento y debemos esperar para no hacerlo con personas que no están en el mismo sentir.

Casi siempre el Espíritu Santo nos va a apercibir, de cuándo compartir una bendición o cuándo debemos callar. En este caso la acción de este hombre, fue obstáculo para el Ministerio de Jesús.

Otras veces un testimonio que parece sabio y nos gustaría compartir, no causará el efecto que esperamos por la falta de no buscar la guianza del Señor. Jesús extendió su misericordia a este leproso, pero el leproso no acató la instrucción.

Dios quiere que seamos sabios en nuestra manera de hablar y en la importancia que implica el ser obedientes a sus palabras.

Oración
Señor, dame sabiduría y entendimiento para guardar tus mandamientos.

Escrito por Angelina Gómez Corrales para CBN